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Cristina Iglesias reconstruye en Londres sus espacios urbanos y de vegetación ficcional

La exposición pasa de la galería Whitechapel al entramado comercial de la ciudad

Las paredes de la galería Whitechapel han quedado pequeñas para alojar el mundo imaginario y sugerente de Cristina Iglesias. Sus instalaciones se adentran en el mismo entramado comercial del East End de Londres, un colorido barrio de tiendas asiáticas, donde la escultora ha construido un jardín fantástico. La muestra es una nueva versión de su reciente antológica en Oporto que se clausurará en Dublín en verano. "Mis piezas sólo están concluidas una vez instaladas, y cada exposición crea recorridos específicos y sensibles a un determinado espacio", señala la artista.

La exposición de la galería Whitechapel, que se inaugura esta tarde, incluye 40 trabajos exhibidos en su mayoría en el Museo Serralves de Oporto el año pasado. Las obras coinciden, pero la experiencia es muy distinta porque también son diferentes sus respectivos montajes. Cristina Iglesias (San Sebastián, 1956) dirige la construcción de cada muestra y, ayer todavía daba instrucciones sobre efectos de luz, distribución de los paneles de serigrafía o la forma idónea de encerrar sus habitaciones de vegetación ficcional. Se movía entre un caos ordenado de cajas de embalaje, andamios y montadores especializados sin dejarse carcomer por los nervios de última hora. "La gran ventaja es que mi trabajo es muy flexible pese a que parece que ha sido creado específicamente para un lugar concreto", decía en la Whitechapel.

Construir espacios y ofrecer al espectador la experiencia de habitar estos mundos ficticios es una constante en esta creadora, madre de dos niños y viuda del también artista Juan Muñoz. La muerte de su marido, en agosto de 2001, coincidió con la preparación de su antológica y primera revisión exhaustiva de su obra que le ofrece una institución pública británica. "Todo influye en la vida e indudablemente algo tan fuerte mucho más. Pero yo soy una artista obsesionada con lo que hago y quiero hacer. Mi trabajo se ha convertido en una tabla salvavidas", explica con sobriedad.

Carga emocional

Londres guarda una carga emocional extrema para Iglesias. En esta ciudad se formó profesionalmente, conoció y convivió con Muñoz en los años ochenta, y aquí celebró su afectuosa despedida pública en septiembre de 2001. "Londres tiene mucho significado para mí. Es doloroso estar aquí, pero también es doloroso salir al jardín de mi casa. Uno y otro forman parte de mi vida. Toda mi vida tiene la presencia de su ausencia", añade en referencia al desaparecido artista.

Cristina Iglesias une su voz a la de los muchos ciudadanos que se oponen a la guerra contra Irak. "Estoy en contra de este ataque que no cuenta con el aval de Naciones Unidas", afirma. Combina su esfuerzo en este frente con una determinación férrea por sacar adelante trabajos creativos, que se han multiplicado en el último año. "En este momento estoy muy concentrada en una serie de proyectos", dice.

Actualmente, Iglesias está trabajando simultáneamente en tres proyectos con arquitectos que instalará en Barcelona, Amberes y San Francisco. Prepara también una exposición para el Lehn-bachaus de Múnich y una segunda con obras nuevas que exhibirá en París en septiembre.

En Londres, el recorrido por el conjunto de instalaciones parte por una senda bajo un techo suspendido y ligeramente inclinado, que produce una cierta sensación de mareo en el visitante. En las paredes de esta primera sala cuelgan paneles de serigrafía sobre metal en una secuencia que reproduce una ciudad inventada. "Me gusta jugar con la percepción de las cosas. No incorporo la figura humana en mi obra, pero el espectador cumple una función esencial, puesto que a él está destinada la pieza. Es el espectador quien mira y recibe el impacto de una obra", explica Iglesias.

Igualmente llamativas son las celosías construidas con textos fragmentados con las que su autora hace referencia a cuestiones de opresión, inaccesibilidad y mundos cerrados al exterior. "Una pantalla es un mecanismo de arquitectura para velar y desvelar un espacio. Hay construcciones en las que se muestra con claridad cuáles son los espacios que ocupan las mujeres en la cultura árabe", apunta a modo de ejemplo. En otro punto de la ruta trazada por Iglesias, el visitante llega a una encrucijada de caminos frondosos -sus paneles de vegetaciones ficticias- que conducen a lugares laberínticos, claustrofóbicos.

Iwona Blazwick, directora de la Whitechapel, relaciona las instalaciones de Iglesias con sensaciones de "estar perdida en espacios urbanos, desconcertada por una vegetación densa y perdida una vez más en el bosque o en el fondo del mar". Esta sensación de encerrona, de avanzar por un espacio claustrofóbico sin poder atisbar el final, se experimenta también en el local invadido por la escultora donostiarra entre los comercios del East End. Iglesias ha convertido el interior de una tienda en un jardín ficticio inspirado en Impresiones de África, el texto de Raymond Roussell. "Me gusta construir espacios y ofrecer la experiencia de habitarlos", dice, y advierte: "Todo está coordinado de forma que el espectador accede a una visita guiada". La muestra de la Whitechapel, que incluye un par de vídeos documentales sobre la trayectoria de Cristina Iglesias y la relación de su obra con la naturaleza, la arquitectura y la escultura, estará abierta hasta el 18 de mayo.

Una de las obras de Cristina Iglesias expuestas en la galería Whitechapel de Londres.
Una de las obras de Cristina Iglesias expuestas en la galería Whitechapel de Londres.
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