Argentina preelectoral: polvorín y laboratorio
EL CONFLICTO CON IRAK TAPA en muchos casos otros acontecimientos relevantes de la política internacional. Tal es el caso de Argentina. El país del Cono Sur latinoamericano está al borde de la primera vuelta de unas elecciones presidenciales, que se presentan con un panorama político muy fragmentado y una economía en caída libre: ninguno de los tres primeros candidatos (Carlos Menem, Kirchner -el hombre del presidente Eduardo Duhalde- y Rodríguez Saá) supera el 18% de los votos en los sondeos. Extrema atomización para un país que va a necesitar de todos los consensos para salir de la depresión en la que se encuentra. Los tres candidatos pertenecen, para más inri, al mismo partido peronista.
El 'establishment' argentino apuesta, cada vez con menos vergüenza, por Carlos Menem como presidente. Los problemas permanecerán embalsados hasta que llegue a la Casa Rosada la nueva Administración
A unos 50 días de los comicios, varios acontecimientos conmueven a Argentina. En primer lugar, la suspensión de elecciones en Catamarca; hace dos domingos, apenas abiertos los colegios, los partidarios más violentos del candidato peronista, impedido de presentarse por un fallo de la justicia, rompían las urnas y las prendían fuego. Los comicios se suspendieron. Los más pesimistas consideran que estos incidentes preanuncian los que pueden darse el 27 de abril, en las presidenciales. Catamarca sería un ensayo general.
En segundo lugar, el acuerdo de la Corte Suprema de Justicia por el que, a través de un caso concreto (un depósito en dólares del Gobierno de San Luis) se redolariza el sistema y anula la conversión obligatoria de depósitos en dólares a pesos argentinos. La sentencia supone un viaje de ida y vuelta en la inseguridad jurídica con la que trabajan los ciudadanos, las empresas y los bancos argentinos, que no disponen de reglas de juego permanentes. La sentencia fue recibida con alegría por los ahorradores y con preocupación por los bancos, algunos de cuyos responsables se preguntaban si a partir de ahora los créditos también se tendrían que devolver en dólares, lo que conduciría a una quiebra general. Un informe de la agencia de calificación Moody's afirma textualmente: "Si se ordena la devolución de depósitos en dólares en efectivo, esto podría provocar una fuga de depósitos e inducir a que más bancos extranjeros salgan del sistema". La tercera circunstancia ha sido la visita de una delegación del Fondo Monetario Internacional (FMI) para revisar el cumplimiento del acuerdo que el organismo multilateral firmó con Argentina el pasado mes de enero. Como se recordará, este país suspendió los pagos de su deuda externa en diciembre del año 2001.
El FMI mantiene una actitud de enorme recelo ante la situación de la economía argentina, que, después de haber tocado fondo en el último trimestre de 2002, parece vivir una especie de artificial veranito. Muchos analistas piensan que se trata de una falsa recuperación y que la mayoría de los problemas económicos, políticos e institucionales están embalsados hasta que llegue el nuevo presidente, que, por cierto, no dispondrá de una mayoría cómoda en el Congreso. El deterioro de la situación se manifiesta con nitidez en las calles de Buenos Aires, una ciudad que en muchos aspectos se ha tercermundizado. Argentina tiene a la mitad de la población por debajo de los índices de pobreza y a una cuarta parte en la indigencia.
En esta coyuntura cobran mayor importancia los foros que tratan de fortalecer la frágil transición, buscando los sacrificios compartidos de todos los sectores. Por ejemplo, la Mesa para el Diálogo auspiciada por la Iglesia y por el Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo. La analogía con los Pactos de la Moncloa no es válida porque Argentina no transita de una dictadura a una democracia, sino de una democracia a otra cosa que aún no tiene concreción, según definición del director de uno de los principales diarios bonaerenses, que opina que Carlos Menem se va a llevar el gato al agua el próximo 27 de abril.
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