El tráfico causa en las ciudades españolas el 80% de la contaminación acústica
Un estudio revela que las obras y los bares generan las mayores quejas
España es un país ruidoso. Mucho más que el resto de países europeos. Pese a ello, los ciudadanos no dan de momento demasiado importancia a la contaminación acústica. En las ciudades el 80% del ruido lo produce el tráfico. Pero este ruido no es el que más molesta a los ciudadanos, porque lo tienen asumido. Las mayores quejas vienen de los ruidos que se producen en las zonas de ocio y en las obras.
"No podemos dar una clasificación de las ciudades más ruidosas de España porque los mapas de ruido con los que hemos trabajado son distintos en todas las ciudades", explicó ayer Benjamín García, autor junto a Francisco Javier Garrido del libro La contaminación acústica en nuestras ciudades, publicado por la Fundación La Caixa y que ayer se presentó en Madrid.
Las mediciones de ruido no están reguladas. De ahí que en algunas ciudades sólo se ha medido el ruido en el centro de la ciudad, en otras sólo en las horas punta o sólo por la noche. Con los datos de estos mapas, lo único que se puede asegurar es que la ciudad que obtiene peores resultados puntuales es Valencia, y las mejores Bilbao y Zaragoza. Pero los autores del estudio dicen que no pueden "asegurar que Valencia sea la más ruidosa".
Los mapas de ruido son obligatorios en las ciudades de más de 250.000 habitantes y de aquí a cinco años también lo serán en las de más de 100.000. El ruido por encima de los 65 decibelios se considera "no aceptable", mientras que si está por debajo de 55 decibelios está dentro del margen tolerable. En muchas ciudades de España la cantidad de decibelios supera con creces los 65.
Normas sin cumplir
Los autores del informe creen que para mejorar la situación actual los políticos han de cumplir las ordenanzas municipales. "Las normas están pero no se cumplen", asegura García.
Tanto Garrido como García, profesores de Sociología de la Universidad Complutense de Madrid, aprovecharon la presentación del informe para alentar a los ciudadanos a que tomen conciencia del problema y eviten hacer rudio innecesario "como tocar el claxon en los atascos". También pidieron la elaboración de una Ley General que unifique criterios y ayude a limitar esta contaminación.
García se mostró satisfecho con la sentencia del Tribunal Supremo que condenó la semana pasada al propietario de una discoteca de Palencia a dos años y tres meses de cárcel por exceso de rudio. "Esta sentencia abre un camino. Espero que no sea la única."
García hizo hincapié en la necesidad de concienciar a la ciudadanía de que el ruido "no es sólo algo molesto, sino que repercute en la salud física y mental". La pérdida de audición progresiva, el insomnio, la irritabilidad, el estrés y la alteración de la presión arterial son algunas de ellas. "El ruido, durante muchos años, fue un símbolo de progreso, pero ahora los tiempos han cambiado y el progreso se asocia con el silencio", dijo Garrido.
La preocupación por el ruido varía en función de la edad y el número de habitantes. El 50% de los mayores de 54 años considera un problema grave o muy grave el exceso de ruido. Entre los jóvenes de 17 a 25 años la preocupación baja hasta el 7%.
Los países mediterráneos tienden a ser ruidosos y España está a la cabeza de todos ellos en este ámbito, según los autores del estudio. Garrido tiene claro que no resultará sencillo cambiar esta actitud porque existe la cultura de que "no hay fiesta sin ruido".
La tradición de los petardos y los fuegos artificiales es una muestra clara de la tolerancia hacia este fenómeno. Una encuesta de 1997 publicada en el informe muestra que España es el país de la UE menos preocupado por el ruido. Sólo el 2,2% mostró inquietud por este problema frente al 13,2% en Austria, el país más concienciado.
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