_
_
_
_
Reportaje:

El enclave de la Sagrera

Nuevos asentamientos de personas sin techo e inmigrantes ocupan espacios en las vías de la Sagrera

Blanca Cia

Unos toldos azules, sujetos con alambres, intentan impedir las miradas. Lo que se ve dentro deja perplejo: montones de escombros, basura, suciedad, una tierra negra y... personas. Se trata de uno de los asentamientos de gente sin techo, inmigrantes, que han proliferado en el área de la Sagrera. Frente a las viejas instalaciones de la estación de mercancías del Clot, hoy utilizadas por Correos, hay restos de lo que fueron naves y locales de empresas que trabajaban para Renfe.

Ahí se ha instalado un grupo de rumanos. Hombres y mujeres jóvenes. En un bar cercano comentan que antes había niños, pero que los servicios asistenciales se los llevaron. Esa versión la confirma el concejal de Sant Andreu, Ferran Julià. También cuenta que el distrito ha instado a la propiedad a que adecente el solar. Es evidente que no lo ha hecho.

Los que allí viven no quieren hablar. "Van a una fuente cercana para coger agua", cuenta un vecino. Otra mujer, que vive a dos pasos, en los pisos de empleados de Renfe, prefiere no hablar: "Llevan aquí unos seis meses y vaya... Pero no quiero tener problemas". No tienen luz y han amontonado ropas y colchones bajo un trozo de techo y dos paredes que apenas les resguardan. En medio de la suciedad, una joven intenta lavar ropa.

La futura zona de la estación de la Sagrera -lo que hace años fue la Perona, un asentamiento de gitanos que iba desde el puente de Espronceda hasta el del Trabajo- se ha convertido en lugar de refugio, de asentamientos dispersos. Bajo el puente de Espronceda alguien ha reconvertido lo que debió de ser una caseta de servicios en una improvisada y paupérrima vivienda.

Cualquier construcción que quede libre junto a la playa de vías de la Sagrera es susceptible de ser ocupada. El único freno a los asentamientos es que exista cierta actividad. También se están ocupando los pisos que se van vaciando en las viviendas que Renfe tenía en la zona.

La mayor parte de quienes se han instalado en esta zona son inmigrantes, pero también hay españoles. Hace medio año, el distrito de Sant Andreu derruyó un edificio de la calle de la Sagrera. Vivían unas 50 personas, muchas originarias del Magreb, y entre ellas se produjo más de un enfrentamiento violento.

Pero hay más asentamientos. Junto al puente del Trabajo, en lo que fueron los comedores de los trabajadores de Renfe, también se han instalado un grupo de inmigrantes y una pareja de españoles. El método ha sido rápido: las construcciones habían sido tapiadas, pero alguien rompió los ladrillos, puso una puerta y la cerró con cadenas y un candado. Dentro se ve ropa y enseres.

Antonio Torres, un español que se afincó en un descampado al otro lado del puente del Trabajo hace 12 años, cuenta que por la mañana no hay nadie: "Se van a trabajar". "Aquí tengo todas las comodidades", cuenta. Y las muestra: televisión, lavadora y una ducha. Se ha fabricado una puerta con somieres y es conocido en todo el barrio.

"Pago luz y agua", asegura. Su vivienda consiste en varias barracas. Una para dormir, otra para cocinar. El fregadero está en medio. Gallinas, gallos y conejos están enjaulados en otra barraca.

Hasta tiene una oveja que da vueltas entrando y saliendo de la huerta, donde se ven habas, cebollas y ajos alineados en perfecto orden. El trozo de tierra es bastante grande y vecinos de la zona también plantan unas cuantas lechugas. Sabe que esa ocupación durará lo que tarde el proyecto de la Sagrera en ponerse en marcha: "Pero lo del AVE va mal. Eso va pa largo".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Blanca Cia
Redactora de la edición de EL PAÍS de Cataluña, en la que ha desarrollado la mayor parte de su carrera profesional en diferentes secciones, entre ellas información judicial, local, cultural y política. Licenciada en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_