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Crítica:
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

'Pulp fiction' en Viena

Abunda entre las nuevas generaciones de escritores un tipo de autor, espabilado y con talento, que parece tener siempre muy presente que está escribiendo "el libro de la película", como rezan los rótulos que adornan las tapas de ciertas novelas después de un gran éxito cinematográfico. Juli Zeh (Bonn, 1974), la revelación editorial alemana de 2001, pertenece a esta estirpe cada vez más productiva. La acción trepidante con sexo, drogas y crimen le da buenos resultados (su segundo libro no cuenta, ya que El silencio es un rumor es un diario de su viaje de "aventuras" por Bosnia), si bien a esta primera novela muy notable se le nota el cálculo.

Dentro de los límites del género Águilas y ángeles juega un póquer caliente con temas de la alta política. Con mirada impasible sirve una mano sobre el tráfico de armas-contra-drogas en la guerra de Bosnia, otra sobre el mundo hipócrita de la jurisprudencia comunitaria y una tercera sobre el amor sin futuro de los niños de papá. Un joven especialista en derecho internacional, acostumbrado a "mirar las cosas desde arriba", y una locutora de radio se juntan para aclarar un suicidio, y descubren en Viena una trama sucia que relaciona el crimen organizado con la ampliación de la Comunidad Europea hacia el Este. Las incongruencias del argumento y la bulimia verbal no impiden que la trama, rica de inventiva y tensada con profesionalidad, atrape al lector desde el principio. La escritura de Zeh es tan eficaz como fría y tiene un efecto electrificador, si uno no rechaza el forzado y a la vez fortuito dramatismo que destilan las actividades más banales del protagonista.

ÁGUILAS Y ÁNGELES

Juli Zeh

Traducción de Rosa Pilar Blanco

Siruela. Madrid, 2002

334 páginas. 22,50 euros

Águilas y ángeles propone una estética del asco; mocos, pus y sangre salpican la dureza impostada de los personajes eternamente adolescentes. Especialmente memorables son las descripciones de los cambiantes estados físicos del héroe cocainómano y un verdadero hito de asquerosidad representan las estatuas hermosísimas que un artista fabrica vaciando cuerpos humanos. En fin, que el mundo es muy malo y la autora ha tomado buena nota. Mientras su homólogo cinematográfico Quentin Tarantino replicaba con humor negro, Juli Zeh replica con cinismo. Y ahí estriba el mayor defecto de esta potente novela posmoderna: no tiene ni pizca de sentido del humor.

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