Garza y Conejo, flechazo en el chat, boda y una grumete de Internet
La pareja se conoció en 1998 en un 'chat' de El PAÍS, se casaron, organizaron la boda por Internet y hoy le copian juegos a su hija Miranda
Miranda se aúpa en la silla con cojines para alcanzar a la mesa. No utiliza el teclado porque no sabe escribir. Tiene tres años, pero el ratón, más grande que su mano, lo domina. Sus ojazos azules no se despegan de la pantalla, mientras una voz en inglés le indica qué tiene que hacer para entrar en el país de los teletubbies. Miranda es el mayor cambio en el último quinquenio de la vida de Fede (40 años) y Bea, de 33. Se conocieron chateando y se casaron en abril de 1998.
Bea empezó a darle a la tecla en el tablón de anuncios de Intergames-El País, donde ella era Garza 81. "Allí conocí a alguien que me explicó cómo hablar en tiempo real. Chateando con una amiga conocí a Conejo 9, Fede, fuimos a tomar algo a su cibercafé, me gustó y seguí chateando con él; le fui sonsacando si tenía novia..." .
La boda contó con página web y 80 invitados, de los que 30 eran amigos de la Red.
"Me mudé a Alcalá; nos compramos un coche, nos arreglamos el piso, tenemos ordenador, que antes no teníamos. Dos...", bromea Bea. "Pero el mayor cambio es Miranda", añade Fede, dueño de un cibercafé y apodado Skunk en el ciberespacio.
Miranda comparte la pantalla plana con su madre. Para jugar y no más de media hora diaria. "Nos sorprendió lo rápidamente que se hizo con el ratón, con dos años y medio. Se lo pusimos con estela y a velocidad baja, para que viera qué se movía", explican.
Con canal propio
Miranda es uno de los motivos por los que Bea ya sólo chatea a ratos. "Con el trabajo y la niña, no me queda tiempo". Aunque está siempre conectada. Tiene un canal propio en el IRC hispano ( #Alcala_de_ Henares) y le gusta tenerlo vigilado, atender si alguien -un pitido le avisa- teclea su nick.
No están de acuerdo con que Internet fomente la incomunicación. "El que es introvertido en la vida real, lo es en Internet y a la inversa. Yo soy tímido y no me gustaba hablar en canales, porque pensaba que qué iban a decir los demás con una pantalla", comenta Fede. "La gente no se aísla por chatear. Al principio te engancha, pero dura unos meses, luego te saturas", asevera Bea.
Han hecho amigos en la Red. A algunos no los han visto nunca, ni les parece necesario. "No es una relación superficial; en el chat se habla más que en persona, no te ves las caras y no sientes vergüenza", afirma Bea.
Ni siquiera tienen cámara web. "No siento curiosidad por ver cómo es la persona con la que estoy hablando, ni su sexo, ni su edad... Mientras escriba bien...".
Otro mito, las identidades inventadas. Bea cree que con práctica no hay quien te engañe. "Una chica estuvo dos años engañando a su mejor amigo en el IRC diciéndole que era un hombre, pero es complicado".
La red ha cambiado en estos cinco años, dicen. "La edad de la gente que chatea ha bajado mucho; hay mucho quinceañero y creen que todos somos adolescentes", dice Bea.
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