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Signos

Fernández Rojano indaga en el cuerpo en su último poemario

Ginés Donaire

"Mi obra está influenciada por mi formación ética radical". El poeta Guillermo Fernández Rojano (Jaén, 1957) considera que "el pensamiento utópico sólo puede reconstruirse localizando las zonas más perversas y míseras del ser humano". Éste es uno de los ejes centrales sobre los que gira su sexto libro de poemas, Bolsa de cenizas (La Poesía, Señor Hidalgo, Barcelona, 2002), que ha servido para el estreno de la nueva editorial catalana, junto con un inédito de Juan Ramón Jiménez y una obra de Hans Magnus Enzensberger, último Premio Príncipe de Asturias de Comunicación y Humanidades.

Fernández Rojano combate con la palabra todo aquello que no le gusta. La suya es una búsqueda que indaga en el cuerpo humano, "como zona, como lugar, como bolsa que contiene todas las cenizas, todas las miserias" del hombre. Y es que, añade, "solamente encontrando esas miserias, podremos reconstruirnos".

Amor y belleza son términos que aparecen con frecuencia en su poesía, pero siempre desde una perspectiva alejada de los cánones tradicionales. "Es un amor corporal, el espacio hacia el que yo tiendo es siempre hacia el cuerpo", explica. Fernández Rojano no es un poeta que sintonice con el poder, y él lo sabe. "Hay un momento muy bueno para la poesía institucionalizada, la que está controlada y manipulada por los organismos e instituciones. Pero yo nunca podré aspirar a vivir de mi poesía, porque no interesa al sistema". Su radicalismo y rebeldía ante los poderes establecidos han sido una constante en sus libros.

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