Una exposición exhibe en Pamplona 30 obras de Salvador Victoria
Caja Navarra reúne los trabajos de la etapa más metafísica del pintor turolense
Pureza, lirismo, orden y perfección son algunos de los elementos de la pintura que el artista turolense Salvador Victoria (1928-1994) desarrolló en la década de los años setenta. Esas obras, expuestas en la sala de Caja Navarra (calle García Castañón, 1) de Pamplona hasta el próximo mes de abril, representan la "verdadera aportación intelectual" del pintor, según el comisario de la muestra, Jesús Cámara.
La etapa más metafísica del creador aragonés queda perfectamente reflejada en la selección de treinta pinturas presentadas en la capital navarra por la viuda del pintor, Marie-Claire Decay. Quince óleos sobre tabla o lienzo, trece piezas de la serie de superposiciones en cartulina y un conjunto de bocetos que recorren un camino de reflexión y elevación espiritual producto de su búsqueda silenciosa de un orden superior.
Cada década de trabajo del artista turolense marcó una aportación propia. "Un proceso de investigación que fue progresivo", en palabras de Jesús Cámara, que se inició con sus estudios valencianos y su incorporación a la abstracción. Cuando en 1956 se estableció en París, Victoria cambió su concepto artístico por una pincelada gestual y matérica. En 1963 cofundó el grupo Tempo, del que formaron parte Saura o Canogar, entre otros. Asentado definitivamente en Madrid, el autor abandonó el informalismo y se adentró en un terreno más personal. "Aunque como artista tuvo otras épocas que pueden deslumbrar o atraer más, es en las obras reunidas en Pamplona en concreto donde se da una verdadera aportación intelectual de Salvador, la del hombre que trasciende", puntualizó Jesús Cámara.
Los trabajos de la exposición pamplonesa, de mediano y gran tamaño, desprenden un gran valor emocional, próximo al misticismo y al lenguaje poético. Destacan las formas circulares y los colores cálidos, alrededor de una perspectiva de profundidad. Es la pintura creada entre 1970 y 1975. La pintura expuesta en Pamplona, sobre tabla o lienzo, es la menos conocida del artista que, tras este paréntesis, practicó un geometrismo más acentuado y un informalismo parisino más depurado. Telas como Buscando el viento, Homenaje a Fra Angelico, La fuga o Cor-Nez reflejan a la perfección esa elevación espiritual.
Jesús Cámara considera que la década de los setenta contiene la pintura más introspectiva de Victoria y la más serena.
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