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Cartas al director
Opinión de un lector sobre una información publicada por el diario o un hecho noticioso. Dirigidas al director del diario y seleccionadas y editadas por el equipo de opinión

El regreso de Brenan, 2

Me gustaría comentar el artículo de Javier Torres Vela titulado El regreso de Brenan sobre el retorno de Gerald Brenan a España en 1984 y que EL PAÍS publicó en las páginas de Cultura el pasado 22 de febrero de 2003.

Desafortunadamente, no he podido leer el artículo hasta hoy.

Es una verdadera lástima que el señor Torres Vela no haya podido leer mi biografía de Brenan (El castillo interior), ya que, con excepción de algunos detalles que él no podía conocer, mi explicación de los hechos coincide con la suya. No obstante, al releer mi artículo sobre Brenan publicado en El País Semanal (5 de enero de 2003) y al que respondía Torres Vela, veo que hay dos cosas que podían dar la impresión de que Gerald Brenan fue devuelto a España en contra de su voluntad. Mencionaba en mi artículo que en un principio era imposible saber con exactitud lo que quería Brenan, ya que expresaba sentimientos contradictorios -quedarse en Inglaterra, regresar a España-. Ahora me doy cuenta de que tendría que haber especificado, como sí hice en el libro, que al cabo de unas semanas quedó claro que quería regresar. No añadí esta información en el artículo porque no se me ocurrió que alguien pudiera dudarlo.

Este malentendido se acentuó debido a la traducción imprecisa de mi inglés. En la traducción española se entiende, al parecer, que Gerald Brenan quería ir a China (y no a España), cuando lo que yo escribí es que él creía que era allí adonde lo llevaban. Lo sé porque él mismo me lo dijo. Y parecía muy contento. Durante esas semanas vi a Gerald bastante a menudo (y por tanto no me hacía falta leer, aunque lo hice, las crónicas periodísticas que Torres Vela me señala). Gerald solía estar más confundido de lo que Torres Vela cree. Por ejemplo, cuando lo llevaron de la residencia de ancianos de Pinner al Club Español en Connaught Square, pensaba que había viajado hasta Sevilla.

El segundo aspecto que me gustaría matizar es mi relato de este viaje al Club Español. Utilicé la palabra kidnap (secuestrar). Esta palabra es exagerada -a pesar de que ésta fue la impresión que tuvieron las personas que se vieron involucradas-. Las circunstancias de este episodio, que Torres Vela no podía conocer, fueron extremadamente confusas. En resumidas cuentas, lo que sucedió fue que los dos señores de Alhaurín el Grande, el alcalde, Francisco Jiménez Díaz, y Cristóbal González, que iban a encargarse de devolver a Gerald a su casa, de repente decidieron que Gerald estaba siendo convencido para cambiar su testamento, por lo que Alhaurín el Grande hubiera perdido la biblioteca. (Esto de ninguna manera fue una invención por su parte. Se estaban dando una serie de pasos ridículos en esa dirección, aunque los detalles de aquello son demasiado complicados para tratar aquí). Francisco Jiménez y Cristóbal González decidieron, comprensiblemente, que tenían que llevarse a Gerald a territorio español lo antes posible, y que lo llevarían al Club Español. Se presentaron por sorpresa dos días antes de lo previsto en la residencia de ancianos, metieron a Gerald en un taxi y lo trasladaron apresuradamente a la otra punta de Londres.

Torres Vela termina su artículo pidiendo que se deje en paz "la hermosa relación de amor entre Brenan y nuestra tierra". Sí. Y por eso mismo, déjeme terminar citando el comentario sobre este incidente que incluí en mi libro: "El gesto que hicieron los españoles fue de una generosidad tan maravillosa y tan espontánea, y sus sucesivos movimientos se llevaron a cabo con tal eficacia, con tal amabilidad, sin perder de vista lo más inmediato, lo más práctico, que aún a día de hoy resultan motivo de simpatía".

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