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CÁMARA OCULTA | NOTICIAS Y RODAJES
Columna
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¡Ay, Jalisco, no te rajes!

Pobre México, tan lejos de Dios y tan cerca de Estados Unidos! Parece que fue Carlos Fuentes quien ingeniosamente definió así a su propio país, el del Indio Fernández, Jorge Negrete, Luis Buñuel, el enmascarado de plata o de Arturo Ripstein, entre muchos otros artistas que en tiempos no tan lejanos lograron crear una industria cinematográfica poderosa, la más importante de América Latina. En España se veían las películas mexicanas como si fueran propias. Ni siquiera se doblaban, entendíamos a Cantinflas como a un amigo, y hasta se intercambiaban intérpretes -la Montiel rodaba allí, María Félix aquí-, en una armonía que hoy puede parecer inverosímil. Ahora, ya se sabe, el cine mexicano está en crisis, aunque nos siga sorprendiendo con películas tan notables como Amores perros, Y tu mamá también, El crimen del padre Amaro...

¿Qué les pasó para que aquel imperio se viniera abajo? La clave acaba de volver a la actualidad, al enfadarse Jack Valenti, presidente de la poderosísima MPAA -Motion Pictures Association of America-, por la decisión mexicana de destinar un peso del precio de cada entrada a ayudar al cine nacional. Míster Valenti, sin pudor alguno, se niega a que las películas estadounidenses -un 90% de la cartelera- paguen dicho impuesto. Así se lo ha escrito, de forma amenazante, al presidente de los Estados Unidos Mexicanos Vicente Fox. Dice el insaciable Valenti que este impuesto de un modesto peso por cada entrada vendida "genera distorsiones y pospone o cancela la inversión extranjera directa en la producción de nuevas películas...". Aún más: "Los distribuidores estadounidenses que operan en México podrían verse obligados a buscar protección a través de vías legales para defender sus intereses". Es decir, en México no debe haber lugar para el cine mexicano. Y aclaremos: una entrada de cine vale 45 pesos, lo que ese pesito de más poco significa para la grandes cuentas gringas.

El tal Valenti tiene fama de duro, aunque hay quien ya le ha enseñado los dientes. Cuentan que siendo Pilar Miró directora general de Cine le echó con cajas destempladas cuando este representante de las multinacionales le vino a protestar porque el cine español recibía ayudas oficiales. Lo quieren todo. Blindan su territorio a películas extranjeras dobladas mientras que aquí se les abren las puertas (la Generalitat catalana, por ejemplo, sigue empeñada en regalarles su lengua y se enfada porque los yanquis no quieran doblar sus películas al catalán), abusan del mercado imponiendo películas menores (así lo ha comentado Joaquín Leguina: "Imaginemos un país que exporta trigo en grandes cantidades pero obliga a sus clientes a comprarle dos toneladas de trigo en mal estado por cada una de ese cereal que les vende de buena calidad: en tales condiciones, diríamos que hace trampas, que su libre competencia es sólo de boquilla"), publicitan por todo el mundo su famosa entrega de premios ("Los Oscar sólo sirven para promocionar el cine americano", ha declarado Carlos Saura en Miami) y además cobran una fortuna por permitir que se emita el spot en las televisiones. (Dicho lo cual, obvio es reconocer la calidad de algunas de sus películas... pero ésa es otra historia.)

Los cineastas mexicanos (encabezados por la actriz María Rojo y el productor Jorge Sánchez) piden apoyo a sus colegas de todo el mundo para firmar una carta a Fox: "El cine en México y en el mundo, presidente Fox, es menester recordarlo una y otra vez, es arte e industria, expresión de nuestras diversidades culturales así como de nuestra identidad nacional. Estamos confiados en que tanto usted como los legisladores sabrán dar la respuesta adecuada a las intimidaciones provenientes de los representantes de una industria que únicamente vela por sus propios intereses, desdeñando los sentimientos artísticos, culturales y aun éticos, que son el alma de nuestros pueblos". Y acaban la carta con un No a la guerra. Da igual. Hollywood ganará la partida. Por la fuerza en último caso, de momento con fingida cortesía. Valenti ya le adelanta a Fox una cínica solución: "Estaremos felices de ofrecerles asistencia técnica en este tema". ¡Pobre México, tan lejos de Dios!

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