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Los vecinos protestan desde 1999 por el paso de camiones al vertedero

Sara Velert

Las protestas de los vecinos de Buñol y Macastre por el paso por sus pueblos de los camiones con las basuras de Valencia y su área metropolitana (1,8 millones de habitantes) hacia el macrovertedero de Dos Aguas no son nuevas, ya arrancaron en 1999. Al malestar vecinal por los malos olores, las pérdidas de desechos y de lixiviados de los vehículos respondieron los ayuntamientos con decretos que exigían que la carga se trasladara herméticamente cerrada y a 20 kilómetros por hora. Fue la respuesta a otra batalla de recursos y escritos ante la Generalitat, la Delegación del Gobierno y los tribunales para exigir que la basura respetara el recorrido supuestamente establecido en una confusa declaración de interés comunitario de 1997 por una carretera sinuosa de Requena y Cortes de Pallás, que casi dobla el recorrido. Una vía a la que se ha opuesto siempre la contrata del vertedero de Dos Aguas. Macastre aprobó también una ordenanza de contaminación acústica por el ruido de los camiones, y ambos municipios decidieron el año pasado limitar a entre cinco y 11 el número diario de camiones que aceptarían. Con el conflicto de nuevo en los tribunales, los vecinos de Macastre retomaron los cortes intermitentes de la carretera al vertedero, hasta que el 29 de enero pasado se plantaron en la calzada y no dejaron pasar un camión más.

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Un juzgado de Requena obligó al desalojo días después, pero para entonces los residuos de Valencia ya se amontonaban en la planta de tratamiento de Fervasa en Quart de Poblet-Aldaia. La basura viajó unos días por la carretera de Requena y Cortes de Pallás, pero finalmente, mientras se estudiaban a toda prisa salidas al viejo conflicto, comenzó a trasladarse a otros vertederos, incluso fuera de la Comunidad Valenciana.

El Consell, a mediados de febrero, ofreció construir en tres meses unas plataformas provisionales para desviar el tráfico de camiones hasta que se construyan las variantes prometidas hace años, y se comprometió a que en ese tiempo circularían de madrugada en convoyes. Los vecinos no aceptaron el acuerdo, a pesar de que los alcaldes se mostraron, en principio, dispuestos a negociar. Se abrió entonces un compás de espera hasta que la semana pasada el Tribunal Superior de Justicia valenciano suspendió por interés general y para evitar perjuicios de salud pública los decretos que limitaban el paso de camiones, con la única exigencia de que la carga vaya herméticamente cerrada y a 20 kilómetros por hora.

Con los autos en la mano, los camiones retomaron la ruta por Buñol y Macastre el martes, para ser detenidos de nuevo por vecinos y los alcaldes en la madrugada de ayer.

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Sobre la firma

Sara Velert
Redactora de Internacional. Trabaja en EL PAÍS desde 1993, donde ha pasado también por la sección de Última Hora y ha cubierto en Valencia la información municipal, de medio ambiente y tribunales. Es licenciada en Geografía e Historia y Máster de Periodismo UAM-EL PAÍS, de cuya escuela ha sido profesora de redacción.

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