Culos y témporas
Con motivo de la publicación de su libro Canalla de mis noches, Marisa Medina ha vuelto a la tele. Su trayectoria tiene algo de parábola. Primero, la fama como presentadora de espacios de gran audiencia y, tras años de perder la brújula en garitos y torbellinos narcóticos, un ninguneado papel como locutora de continuidad.
Averías
Los locutores de continuidad son esos seres que aparecen en pantalla en caso de avería para decirnos "rogamos disculpen las molestias" y que, tras su aséptica dicción, esconden un novelesco universo de justificado resentimiento. Medina abandonó TVE y ha regresado a los platós en calidad de invitada, exponiendo sus pecados con mucha dignidad. Mejor dicho: con toda la dignidad que permite este género de la confesión-espectáculo, adicto a pasar del lameculismo al linchamiento. Hablando de linchamiento: veo en TV-3 un reportaje sobre Michael Jackson. El programa, muy trabajado, constituye un fascinante ejercicio de sensacionalismo de diseño. El periodista insiste en acorralar a Jackson y le pregunta una y otra vez por su obsesión por los niños. Insiste tanto, que lo sospechoso no es la megalomanía patológica del cantante, recluido en un mundo irreal, sino que aguante tantas insinuaciones sobre su intimidad y no mande a su interlocutor a freír espárragos.
Sol naciente
Los padres de familia bienpensantes están que trinan con la serie Shin-Chan, unos dibujos en los que no sabes si odiar más al repelente protagonista o a sus desquiciados progenitores. Sorprende que no escandalicen otros programas de tarde que se emiten a una hora similar. Como El diario de Patricia, con su sistemático elogio de la adolescencia prematura. O A tu lado, donde el martes pasado, cuando se supone que los padres preparan la cena mientras sus hijos juegan cerca del televisor, tenía lugar un animado debate sobre las protuberancias mamarias de Noemí, Eva y Desirée, ex concursantes de Gran Hermano. Dos de ellas se insultaron a discreción y entraron en detalles sobre turgencia y geografía del pezón en sus respectivos pectorales. Fue una experiencia edificante para el público al que le prohíben ver las travesuras del delincuente infantil made in Japan.
Todos tenemos culo
La reacción de los medios de comunicación ante la llegada de Jennifer López ha sido unánime. Los programas de cotilleo y los informativos se han convertido, cada uno a su manera, en correa de transmisión de la maquinaria promocional de su película, repitiendo hasta la saciedad tópicos sobre la actriz. Una de las cosas que más se han repetido ha sido que Jennifer López tiene el culo (con perdón) más bonito del mundo. De tanto decirlo, puede que alguno se lo crea, pero eso no significa que sea verdad. Desde aquí quiero romper una lanza en favor de nuestros culos masculinos y femeninos. Sobre todo en favor de algunos que yo me sé.
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