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AMENAZA DE GUERRA | La postura de Francia

Francia pide a Blair y Aznar que vuelvan al consenso europeo

París considera importante el anuncio de la destrucción de los misiles iraquíes

La destrucción de los misiles Al Samud 2, prometida por Irak, constituye "una etapa importante" en la estrategia del desarme porque implica la voluntad iraquí de aceptar la autoridad de Naciones Unidas y confirma la utilidad de la vía de las inspecciones. En estos términos se manifestó ayer el jefe de la diplomacia francesa, Dominique de Villepin, quien además pidió a España y al Reino Unido que vuelvan al consenso europeo sobre la crisis iraquí.

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Reconfortado por la destrucción prometida de los misiles, De Villepin reiteró la oposición francesa a la resolución hispano-anglo-norteamericana, que pretende "precipitar la guerra". La reconstrucción de una cierta unidad europea preocupa tanto en París como impedir la captación de apoyos a la guerra por parte de Tony Blair y de José María Aznar.

El jefe de la diplomacia francesa llamó "a nuestros amigos europeos, en particular España y Gran Bretaña, para que todos seamos fieles a la declaración unánime" adoptada por la Unión Europea el 17 de febrero, día en el que se decidió avalar el método de las inspecciones, sin excluir la fuerza como "último recurso".

De Villepin compareció ante la prensa con su colega griego, Giorgios Papandreu, actual presidente del Consejo de Asuntos Generales de la UE, quien informó de que había cenado la noche anterior con el secretario de Estado norteamericano, Colin Powell, y aseguró que éste le había dicho que la guerra no es inevitable.

El goteo de noticias respalda el frente francés contra la guerra, ciertamente más amplio que el de los proatlantistas. "En realidad, detrás de la fachada de aparente unanimidad están abiertas todas las opciones", afirma Pierre Lellouche, un diputado de la Unión por un Movimiento Popular (UMP), el partido mayoritario, del que disiente en este punto.

Las excepciones en la derecha se manifiestan poco, pero existen. Para Hervé de Charette, ex ministro de Exteriores y actual diputado de la UMP, el veto a un ataque militar constituye una decisión "verdaderamente grave", pero se remite a lo que decida el presidente de la República. La última aportación televisada de Alain Madelin, ex líder del Partido Liberal, ahora disuelto en el seno de la UMP, sostiene que el veto "sólo puede utilizarse cuando están en juego intereses vitales, y el interés vital de Francia no es la supervivencia del régimen de Sadam Husein".

Al contrario que la derecha, la izquierda exige expresamente el veto. Sólo el ex ministro Bernard Kouchner, que fue administrador de la ONU en Kosovo, se ha manifestado convencido de que "ningún iraquí, fuera de los que están en el Ejército, se muestra contra la intervención estadounidense" y desea que la ONU encuentre un camino para sacar del poder a Sadam Husein.

Los círculos temerosos de las consecuencias de una ruptura con Washington se han dado cuenta de que Dominique de Villepin y su mentor, Jacques Chirac, están decididos a llevar la lógica de su posición hasta el final, lo que exige que mantengan la mayoría del Consejo de Seguridad a favor de su postura, y en caso de que eso se revele imposible, consideran probable que usen el veto, por más que se abstengan de blandirlo como arma disuasoria.

"La crisis de Irak no se resuelve con una semana de intervención militar. Los 200.000 soldados norteamericanos y británicos tendrán que quedarse allí varios años, pero la idea de mantener una fuerza militar tan enorme en Oriente Próximo nos devuelve a una época impropia de los tiempos modernos", argumenta uno de los partidarios del veto. Otro político reclama el anonimato para plantear la siguiente reflexión en forma de pregunta: "¿Cómo se llama, en el derecho internacional, invadir un país y explotar sus riquezas, por ejemplo su petróleo, sin base legal para ello?".

Un soldado turco patrulla cerca de vehículos militares estadounidenses en el puerto de Iskenderun.
Un soldado turco patrulla cerca de vehículos militares estadounidenses en el puerto de Iskenderun.EPA

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