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Tribuna:ESTRENOS
Tribuna
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Discurso de una hormiga

Éste no es un texto para convencer a nadie de nada. Afortunadamente para mí, pero sobre todo para ustedes que me leen, no soy un crítico. Esto que estoy contando no es más que el escueto relato de una serie de sensaciones, de una pasión absurda, y últimamente con mala prensa: el cine. La verdad es que sólo en contadas ocasiones uno puede decir que una película le gusta de verdad, a muerte. Qué maravilla poder sentir el arrebato de la emoción, la energía que te pone los pelos de punta, que te hace reír y llorar, que te revuelve de arriba abajo. La emoción sobrecogedora de estar viendo una película, una historia que la vives, que la sientes mucho antes de poder pensarla. Esa emoción me ha invadido con la obra de un individuo que justifica nuestra estancia en este ridículo mundo que nos ha tocado vivir. Se trata del mejor director vivo, del más sorprendente y moralmente complejo, del maldito, cruel, genial, excesivo y desbordante Martin Scorsese.

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El violento Nueva York de Martin Scorsese

Sí, todo esto viene a cuento porque tuve la suerte de ver Gangs of New York en un pase de prensa en esa misma ciudad, gracias a unos amigos que me colaron disfrazado de periodista (carpeta con folios y mala cara). Al salir no quería hablar con nadie, como cuando sientes algo tan fuerte que no quieres que nadie te estropee el placer de repetirlo una y otra vez en tu memoria. Todavía se me pone la carne de gallina al recordar las terribles peleas de gánsteres en Paradise Square, donde la sangre teñía de rojo la nieve. Americanos nativos contra Conejos Muertos, emigrantes irlandeses. La lucha por un territorio exiguo, el sur de Manhattan.

Gangs no sólo es una formidable película de aventuras, de amor, y sobre todo de odio, un espléndido retrato histórico de una época desconocida. Gangs of New York es la historia de América, de un grupo de gente que tenía que sobrevivir a un entorno absolutamente brutal, al margen de la ley y mucho más del orden. El Oeste, al parecer, era salvaje, pero el Este que muestra esta película no lo es menos.

Claro, todos podríamos decir que esto no es más que una película y que las cosas que se cuentan en ella son exageraciones producto de una visión cinematográfica de las cosas. Pero en este caso nadie puede decirlo. Como en todas sus películas, Scorsese muestra fragmentos de una realidad. En este caso se basa en el impactante libro de Herbert Asbury con el mismo título. Recomiendo su lectura para entender mejor la película y sobre todo para descubrir uno a uno los personajes que se describen en ella. Bill, El Carnicero, con su machete y su enorme sombrero; Maggie, la mujer que se afilaba los dientes para desgarrar la carne de sus enemigos; Sadie, La Cabra, que arrancaba las orejas de los clientes morosos y llevaba su propia oreja mutilada a modo de collar; los Chicos del Amanecer, un grupo de asesinos letales de once años, capaces de degollar y robar al que se les cruzara por delante; los Conejos Muertos, distinguibles por su raya roja en el pecho, y tantos otros...

Todos están descritos en el libro de Asbury, famoso por fascinar a Borges, hasta tal punto de basarse en él para novelar la vida de Monk Eastman, uno de sus terribles personajes. "La historia de las bandas de Nueva York tiene la confusión y la crueldad de las cosmogonías bárbaras", cuenta Borges, "y mucho de su ineptitud gigantesca".

Scorsese nunca lo ha hecho, pero en este caso se advierte con facilidad su falta de interés en contar una historia políticamente correcta. Todo sería una delicia intrascendente si la película contase la vida de los vikingos, o de los piratas del Caribe, pero estamos hablando de Nueva York en el siglo pasado, algo muy cercano. Y esto duele. Duele porque fue así, o peor. Los políticos apoyaban esta sanguinaria vida callejera buscando su propio interés. Además, los bomberos, especie admirada en Nueva York tras el 11-S, son cruelmente descritos en la película. Solían apagar los incendios para quedarse con las riquezas de la casa, y algunas veces el edificio ardía porque los bomberos perdían el tiempo peleándose entre ellos. No, no es una película correcta, precisamente, y esto le ha quitado mucho público. Pero, ¿qué película puede ser más importante ahora? Estamos a punto de entrar en guerra por una razón semejante. Alguien ha atacado Nueva York, y debe pagar por ello. Los Nativos Americanos de la película no se diferencian demasiado de los actuales. No son carniceros, como Bill -magistralmente interpretado por Daniel Day-Lewis-, pero poco les falta. "Yo soy Nueva York", dice en la película, y tiene razón. Los extranjeros son desagradables, y si son pobres, mucho más. Son carne de batallón, sólo pisan América para ir al frente a morir, como expresa Scorsese en un único plano genial, rodado en el puerto. No voy a hablar de la puesta en escena, del alucinante trabajo de los actores, de los soberbios decorados. Eso es mejor que lo descubran ustedes. Sólo digo que se trata de un espectáculo único, imprescindible. Las hormigas que poblamos este mundo no somos dignas de pensar esta obra, sólo podemos alabarla, dejarnos arrastrar por la fuerza apabullante de sus imágenes. Algunas veces resulta un verdadero placer ser aplastado por el talento de un genio.

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