Javier Arenas se muestra contrario a la creación de la versión catalana del CIS

Jordi Pujol lo dejó claro anteayer en el Parlament: no habrá dimisiones en Presidencia por el caso de las encuestas manipuladas. Pero ayer había inquietud en ese complejo y laberíntico departamento que el presidente catalán comparte con el conseller en cap, Artur Mas, y el equipo que guía los pasos del delfín. Algunos estaban especialmente afectados después de las duras acusaciones de ineptitud e incompetencia que lanzó el presidente de la Generalitat desde su escaño. Pero nada hacía pensar a día de ayer que la mera inquietud se trocara en dimisiones. Mientras, Javier Arenas, secretario general del PP, descalificaba la creación de la versión catalana del Centro de Investigaciones Sociológicas.

La propuesta que el pasado miércoles efectuó en el Parlament Felip Puig, portavoz del Gobierno catalán, sufría el revés del Partido Popular con el argumento de la más pura ortodoxia liberal: "No soy partidario de multiplicar el gasto público", dijo Javier Arenas. A juicio del dirigente popular, aunque haya habido "mucha, mucha controversia en Cataluña con las encuestas oficiales, lo que hay que hacer es ser muy riguroso, serio y objetivo y que no haya ninguna sombra de duda sobre la utilización o manipulación de las encuestas que utilizan las instituciones oficiales, porque el problema no es de forma o instrumento, sino de fondo".

De este modo, Arenas rechazaba la creación de un CIS catalán que Puig propugnó desde la tribuna de oradores para calmar los ánimos de la oposición el pasado miércoles. Esa propuesta, ideada por el propio portavoz, está en fase muy embrionaria y es probable que no entre en el Parlament en esta legislatura. "Si el proyecto de ley no entrara en la Cámara en los próximos meses, CiU lo integraría en su programa con vistas a las próximas elecciones", manifestaron fuentes próximas al consejero portavoz. La oposición socialista no ha dado por el momento muestras de interés por conocer el proyecto, una vez pasado el momento más álgido del debate parlamentario, cuyo peso han llevado paradójicamente Iniciativa per Catalunya Verds y el Partido Popular. Los socialistas, así como el propio consejero Mas, han optado por mantenerse fuera del debate en el hemiciclo.

Puig fue el encargado de responder a la interpelación del diputado del PP Daniel Sirera. El equipo de campaña de Mas consideró que el conseller en cap no debía intervenir en la polémica sobre la manipulación de las encuestas y quedar, por tanto, al margen de las refriegas. Esa actitud inhibicionista no ha librado al equipo de Mas de algunos daños colaterales. Ayer, tras el duro alegato de Pujol que culpaba de los "errores en las encuestas" a "tontos o inútiles", había cabezas gachas entre algunos colaboradores del delfín del predidente de la Generalitat. Por los pasillos del Parlament circulaba ayer incluso la palabra dimisión. Los comentarios tenían a David Madí, secretario de Comunicación del Gobierno, como principal destinatario. Desde medios del Ejecutivo de CiU se atribuía la propagación de esa supuesta dimisión a la oposición y singularmente a los socialistas. Ene el Palau de la Generalitat se negaba tajantemente esa posibilidad y se recordaba la jurisprudencia asentada por Jordi Pujol en 23 años de Gobierno: siempre que exista conflicto hay que evitar dimisiones inmediatas.