Parece el Ebro, pero es el Besòs
Las lluvias han convertido este febrero en un mes extraño. Hace años -décadas, aseguran- que no había memoria de un febrero tan lluvioso como el que hoy se acaba. Las lluvias, generales, abundantes y generosas, han regado el campo, han llenado los pantanos y han deparado imágenes, como la que ilustra estas líneas, en las que el humilde río Besòs, apenas un escaso riachuelo el resto del año, tenía ayer ínfulas de gran río, como si del padre Ebro a su paso por Amposta, en época de crecida, se tratara. La fotografía está tomada apenas a un centenar de metros del punto en el que el denostado Besòs, un río en trance de recuperación -dicen que, como pasó con el Támesis en Londres, pronto hasta se podrá pescar en él-, se entregue, rendido, al mar.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.