_
_
_
_
Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Engaño y soledad

Primero Aznar presentó la resolución de la UE sobre Irak como la base del consenso español y obtuvo así el apoyo de CiU y el aparente aislamiento del PSOE respecto al consenso europeo. Luego se trasladó al rancho de Crawford para impulsar personalmente, con Bush y con Blair, la resolución para la guerra. Y finalmente ayer, en el mismo momento en que Blair peleaba por sus ideas en el Parlamento de Westminster, mandó a su ministra de Exteriores, Ana Palacio, para que se quemara cubriendo el engaño ante la Comisión de Exteriores del Congreso.

Aznar, en conferencia de prensa, aseguró que ayer ("a día de hoy"), España no había asumido ningún compromiso militar ni participa en ninguna coalición para la guerra. ¿Y hoy o mañana? ¿Cuándo se descubrirá este nuevo engaño? ¿También mandará a la ministra de Exteriores para cubrirle las espaldas ante el Parlamento? El Gobierno parece tener las decisiones tomadas y los compromisos con Washington muy bien asumidos, y los va a hacer explícitos a medida que el calendario lo requiera. Aprovecha así el vacío legal -que Aznar se comprometió a llenar en 1999 tras la guerra de Kosovo- sobre la falta de definición del papel de las Cortes a la hora de pronunciarse sobre la participación de unidades, territorio o instalaciones españoles en operaciones militares internacionales.

La Constitución exige la "previa autorización de las Cortes Generales" para declarar la guerra y hacer la paz. Pero, dado que ya no se declaran las guerras, la salud democrática exige una regulación formal que dé a las Cortes el derecho de autorización, al igual que en otros países, como Alemania. Y que, como mínimo, desde ahora, el Gobierno comunique al Congreso toda decisión que implique este tipo de participación para buscar una autorización política. Lo contrario de lo que ha venido haciendo ante los representantes de los ciudadanos, a los que somete a meras sesiones de mareo de la perdiz, como fue ayer el caso.

Ana Palacio, y con ella el Gobierno, no sólo se ha vuelto a quedar sola en el Parlamento en una cuestión de guerra y paz, sino que no consiguió convencer a nadie. Caló con fuerza la crítica de la oposición -especialmente la escueta, mordaz y con sentido del Estado del portavoz socialista, Manuel Marín- de que el Gobierno, en aras de la sumisión a Bush y "las fantasías", ha destrozado la política exterior española en terrenos prioritarios como la integración europea, Iberoamérica o el mundo árabe.

El Gobierno de Aznar está haciendo de muñidor de la Administración de Bush para conseguir la aprobación de esa resolución, que desde un punto de vista estrictamente jurídico ni siquiera legaliza -no ya legitima- automáticamente el uso de la fuerza contra Irak. Sin debate alguno, se ha sumado a la interpretación anglosajona de que la mera constatación de la violación por Irak de la resolución 1.441 lleva a suspender el alto el fuego decretado 12 años antes. Es de lamentar que una ministra con fama de fina jurista se haya sumado a esta descabellada manera de razonar.

El Gobierno habla de paz, pero nada ha hecho en los últimos meses en favor de una solución pacífica. En este asunto de extrema gravedad, tal como dijo ayer Marín, el Gobierno "juega con los dados marcados".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_