El euro, García y las comisiones bancarias
Según se nos dijo, el abaratamiento de las transacciones monetarias sería uno de los beneficios más perceptibles de la introducción del euro. Tal ventaja se ilustraba con un ejemplo. Un ciudadano, llamémosle también García, recorría varios países de la UE cambiando su moneda al entrar en cada uno de ellos. Al terminar su periplo, sin haber comprado absolutamente nada, García se había gastado todo su dinero entre las comisiones y los gastos de las operaciones de cambio. Con el euro, García, al no tener que cambiar, conservaría todo su dinero.
Y es verdad. Si viajamos a otros países de la zona euro, podremos comprobar que, con la moneda única, los ahorros en tiempo y dinero son significativos. Sin embargo, si, en vez de viajar, decidimos hacer una transferencia bancaria, experimetaremos, con pecuniario dolor, que los bancos no tratan al euro como una moneda común. Así lo acabo de sufrir. Tras un viaje a Francia, en el que efectué una transacción comercial, he tenido que realizar una transferencia. Fui a mi banco y, por transferir 1.027 euros, me han cobrado, entre comisiones y gastos, 45 euros.
Tras esa desagradable experiencia, me atrevo a dar un consejo a mi amigo García: "Si quieres disfrutar de las ventajas del euro, viaja; pero no se te ocurra ir a las entidades financieras porque son muy eurocaras".