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Crítica:CRÍTICAS
Crítica
Género de opinión que describe, elogia o censura, en todo o en parte, una obra cultural o de entretenimiento. Siempre debe escribirla un experto en la materia

El dinero y los sueños

En la comedia clásica, los amores interclasistas, esos que vinculaban a la hija de un chófer con un todopoderoso naviero, a un periodista aventurero con la hija díscola y en fuga de un multimillonario, o a la adorable hija de un inventor enloquecido con el vástago de un especulador inmobiliario carente de escrúpulos, solían ser la ocasión privilegiada para recordar, en épocas de turbulencia, la importancia que el amor tiene en la vida. Un amor, claro está, no mediatizado por el dinero, pero como a nadie le amarga un dulce si éste aparece, miel sobre hojuelas, que el "contigo pan y cebollas" no ha sido jamás una mercancía de buen gusto para los prohombres del Hollywood clásico.

AMOR CON PREAVISO

Dirección: Mark Lawrence. Intérpretes: Sandra Bullock, Hugh Grant, Alicia Witt, Dana Ivey, Robert Klein, Heather Burns, David Haig, Dorian Missick. Género: comedia romántica. EE UU, 2002. Duración: 100 minutos.

Viene la referencia a cuento porque aunque aquí el dinero se pone en evidencia de buen comienzo, y es asumido de buen grado por el personaje que menos propenso parece a su influjo, el motor que mueve este Amor con preaviso sigue siendo la diferencia de clase. Pero como no se trata de imitar sencillamente el espíritu de un, digamos, Frank Capra, por mucho que lo parezca, pues tenemos por fin los papeles invertidos: ella (Bullock) es la brillante abogada militante de los derechos humanos, y él (Grant: no podía ser otro) el desaprensivo, egoísta, más bien vacuo heredero de una fortuna muy apreciable. Y todo lo que sigue, como el lector entenderá sin esfuerzo, está ya visto: se encuentran, se pierden, se recuperan.

Vehículo producido por la Bullock a mayor gloria de su dispersa, declinante carrera, el filme no supone el menor matiz interesante en el discurrir, tan cansino, de la comedia romántica, uno de los géneros más vapuleados por el cine comercial contemporáneo. Cierto, estas operaciones se realizan a mayor gloria de la posible química entre los protagonistas, y no de la originalidad de su argumento. Pero hay que convenir que Bullock no es Julia Roberts; que Grant, a pesar de todo, no es Harrison Ford, y, desde luego, Marc Lawrence, artífice de la función, no es Sidney Pollack, o Mike Nichols. Con lo cual la cosa se queda en una discreta recomendación para admiradores del dúo protagonista... y poco más.

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