Aznar acusa a Zapatero de situar al PSOE "al margen del consenso" europeo sobre Irak

La izquierda sigue aferrada a la pancarta que millones de ciudadanos sostuvieron en las manifestaciones del sábado contra la guerra en Irak. Y el Gobierno intenta explotar lo que considera un éxito en el debate del martes en el Congreso, a saber, que el PSOE no votase la resolución del PP que transcribía literalmente la de la Cumbre europea. El presidente del Ejecutivo, José María Aznar, se aplicó ayer a declarar marginal al líder socialista, José Luis Rodríguez Zapatero. "Usted", le dijo en la sesión de control del Congreso "se ha quedado al margen y ha puesto a su partido al margen del consenso de 28 países".

Aznar se refería al acuerdo alcanzado en la cumbre de Bruselas, que blandió durante su respuesta en varias ocasiones. Antes había intervenido el coordinador general de Izquierda Unida, Gaspar Llamazares. Igual que haría luego Zapatero, puso por delante a los manifestantes, a los que atribuyó no sólo una clara protesta por la posible guerra sino, también, una censura a la política gubernamental en este asunto.

La respuesta de Aznar a Llamazares, además de reiterar su respeto a los manifestantes y de reconocer el derecho a que salgan a la calle, fue que las masivas demostraciones "no sustituyen lo que significan las reglas del juego; tampoco sustituyen elementos o sentimientos o deseos de otras personas; todos queremos la paz".

Tan convencido se muestra Zapatero del valor de las manifestaciones y tan explícito fue su deseo de utilizarlas como valor político en la confrontación, que ayer exigió a Aznar que "diga algo más a los españoles que se han expresado de una manera tan clara y contundente". No basta, agregó, con las "muy pocas palabras" que, a su juicio, el jefe del Gobierno ha pronunciado sobre "lo que representó" la jornada del sábado pasado.

Aznar, en su respuesta, introdujo, sin hacerla explícita, una distinción entre dos bloques de ciudadanos. "El Gobierno", replicó, "piensa en los españoles que se manifestaron, con todo su derecho, el pasado sábado y en todos los que no lo hicieron; piensa en todos los españoles".

Pero Zapatero no se movió en su empeño de llevar a la Cámara la respuesta multitudinaria de la calle. Aludió al reciente elogio que George Bush ha dirigido a Aznar -"valiente y leal aliado"-, pero para pedirle "otro tipo de lealtad". Le reclamó "que sea prudente y que sea leal con la ciudadanía de este país, y que sea aliado de la España de la paz, que es lo que quiere la inmensa mayoría de los españoles". Aznar no se salió un milímetro del guión esbozado desde el principio y volvió a escudarse en el consenso europeo.

La sesión de ayer permitió ver con más claridad por qué el PP temió el martes -e impidió, aferrándose a una interpretación estricta del reglamento del Congreso- que el PSOE pudiese votar la resolución de Coalición Canaria, que recogía, como la del PP, la aprobada el lunes en la Cumbre europea. El Gobierno pretende explotar al máximo la abstención del PSOE para presentarlo como un partido al margen de los acuerdos europeos, y el propio Aznar trató de solemnizar la acusación a base de descalificaciones políticas al PSOE y a su líder.

Cómo el PSOE evitó apoyar la propuesta del PP, por temor a que se instrumentalizara su voto y se presentara como un apoyo a la actitud del Gobierno ante el conflicto, Aznar le espetó ayer a Zapatero que ya "se sabe que se ha quedado al margen y ha puesto a su partido al margen del consenso de 28 países; se sabe que no es partidario de la aplicación efectiva de la resolución 1.441 [del Consejo de Seguridad de Naciones Unidas]; se sabe también que no considera al régimen de Sadam como una amenaza y que ni siquiera se tomó la molestia de repudiar su tiranía". Para terminar, recurrió al sarcasmo: "Ha situado a su partido fuera de todos los consensos que se están produciendo. ¡Sea enhorabuena! Es posible hacerlo peor".

"Capataz ranchero"

En la primera pregunta de la tarde al presidente del Gobierno, el líder de IU había recurrido a cierta dialéctica gruesa para referirse a la visita que Aznar realiza hoy a México. "No puede ejercer de capataz para convencer a México de que cambie su voto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas, que es a lo que va (...) No puede viajar a México ni a Estados Unidos para ser el capataz ranchero de Estados Unidos". Las frases despertaron risas y protestas en el hemiciclo.

A la ministra de Asuntos Exteriores, sin nombrarla, la calificó de "halcón torpe" por su última intervención ante el Consejo de Seguridad de la ONU. Llamazares pidió a Aznar que la sustituya por "una paloma", porque un halcón no sirve para defender la paz.

Llamazares siguió, con la ciudadanía por delante: "Si usted no se cree el mensaje de los ciudadanos sométalo a referéndum, pero no lo desprecie", Además, aseguró que es una "impostura" del Gobierno "confundirse con la manifestación, con el sentimiento de paz de la manifestación, y es una impostura parapetarse detrás de la resolución del Consejo de la Unión Europea cuando usted no comparte ni una ni otra".

Aznar le contestó que contraponer al Parlamento las expresiones de la calle "es un discurso propio de los años treinta, que no son precisamente unos años de explosión democrática en Europa".