Una relación bilateral que sobrevivió a la guerra
Los intercambios con el régimen de Bagdad soportaron el conflicto bélico con Irán y la invasión de Kuwait
Las relaciones de España con Irak han sido siempre modestas pero sostenidas y nunca interrumpidas. Soportaron la guerra con Irán y ni siquiera se cortaron con ocasión de la guerra del Golfo, a pesar de que España apoyó la alianza que desalojó a Sadam Husein de Kuwait. Tampoco la tensión creciente entre Washington y Bagdad a partir del 11 de septiembre de 2001 ha determinado una suspensión de los intercambios, aunque sí se han desacelerado. La última visita de un alto cargo del Gobierno iraquí data de marzo de ese año, cuando el secretario de Estado de Comercio, Juan Costa, viajó a Irak. Como consecuencia de aquellos contactos, 42 empresarios españoles participaron en la Feria de Bagdad en noviembre de 2001, dos meses después de los atentados de las Torres Gemelas. Las cámaras de comercio de Irak y España habían firmado un acuerdo de cooperación poco antes.
A lo largo de 2002, el Gobierno se mostró generalmente reacio a que Irak se convirtiera en el objetivo de un nuevo ataque norteamericano. Por otra parte, como fue evidente durante la presidencia española de la UE, se pronunció siempre en contra del sistema de sanciones impuesto a Irak por EE UU. Ese pronunciamiento coincidía con la posición europea común, y era coherente con la reconstrucción de un entramado económico bilateral centrado en el petróleo.
La joven democracia española demostró enseguida un claro interés por desarrollar relaciones con Irak sobre esa base, que quedó plasmado en la visita que hicieron los Reyes en 1978 y en la del entonces presidente del Gobierno, Adolfo Suárez, dos años más tarde. La guerra con Irán abrió una pausa económica. La guerra del Golfo acarreó un nuevo bache en las relaciones, cuya superación coincide con la llegada de Aznar al Gobierno. La Embajada en Bagdad permaneció siempre abierta, pero vacante hasta que en 1995 regresó el primer funcionario. En 1997, España envió a la capital iraquí un representante permanente, y se destacó como uno de los pocos países europeos que ha mantenido ese elevado nivel de presencia diplomática.
A partir de ahí, las relaciones progresaron rápidamente. En el mismo año de 1997, visitó Madrid el ministro iraquí del Petróleo, Amir Mohamed Rachid. En 1998, cuando Sadam Husein había echado ya a los inspectores de la ONU, estuvo en Madrid su viceprimer ministro, Tarek Aziz. Repsol negociaba por entonces en Bagdad la concesión de una explotación petrolífera. También visitaron España aquel mismo año el ministro iraquí de Economía y Hacienda, Hikmatt Al Azzawi, y el de Sanidad, Umid Midhat Mubarak. Josep Piqué, entonces ministro de Industria, estableció con Al Azzawi las bases para el relanzamiento del comercio.
En 1999, se reunió en Madrid la Comisión hispano-iraquí, que no había sido convocada desde 1990, antes de la invasión de Kuwait. La visita de Javier Rupérez a Irak, en calidad de presidente de la Comisión de Relaciones Exteriores del Congreso, confirmó ese año la tendencia a una rápida normalización de las relaciones.
El flujo de petróleo de Irak hacia España se duplicó durante 2000, hasta alcanzar los 1.284 millones de euros. Ese capítulo, que representa el 100% de las importaciones españolas, determina una balanza comercial muy desfavorable para España. Al amparo del programa conocido como petróleo por alimentos, controlado por la ONU, las exportaciones españolas a Irak apenas alcanzaron los 64 millones de euros en el año indicado. Más de un tercio de las mismas consisten en semillas, lácteos y derivados.
La última visita de un alto representante iraquí a Madrid data de 2000, cuando el ministro de Exteriores, Mohamed Said Al Sahad, se entrevistó con Abel Matutes. El 26 de enero de 2001, el entonces secretario de Estado de Exteriores, Miquel Nadal, realizó en Bagdad la primera visita de un alto cargo español a Irak desde la guerra del Golfo.
En noviembre pasado, la dimisión del encargado del negocios Fernando Valderrama, por diferencias con la posición del Gobierno, reflejó las tensiones que la crisis entre Irak y EE UU suscitaba en las relaciones hispano-iraquíes. Valderrama fue sustituido por Eduardo Fernández Quesada, que sigue en Bagdad.
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