La PET, una prueba cada vez más solicitada en oncología pero limitada por su alto precio
Esta técnica diagnóstica no invasiva sustituye hasta una decena de pruebas, algunas cruentas
En los últimos 15 años las técnicas de imagen como la ecografía, la mamografía, la gammagrafía, la resonancia magnética y el escáner o TAC (tomografía axial computarizada) han representado grandes avances en los procesos oncológicos al permitir un diagnóstico mucho más precoz y preciso. Este hecho está incidiendo notablemente en la aplicación de tratamientos más eficaces y en un incremento de la supervivencia.
La tomografía por emisión de positrones (conocida como PET, según el acrónimo en inglés) es la más novedosa de estas técnicas diagnósticas no invasivas introducida dentro del ámbito de la medicina nuclear. La PET reúne lo más avanzado de la física, la electrónica y la ingeniería informática, disciplinas de las que ha dependido para su desarrollo e implantación en la práctica clínica. Pero su utilización está siendo frenada por el alto precio de la prueba. Las indicaciones siguen siendo muy restringidas, según especialistas en medicina nuclear y en oncología consultados, por ser "un procedimiento caro y de lenta expansión en la sanidad pública de los países occidentales".
El precio de una exploración mediante PET oscila entre 900 y 1.000 euros
En España, de cerca de una veintena de centros asistenciales que cuentan con cámara PET, tan sólo dos pertenecen al sistema público, situados en los hospitales Virgen del Rocío, de Sevilla, y Virgen de las Nieves, de Granada. Ya efectuadas todas las transferencias sanitarias, a lo largo de 2003 y 2004 está prevista la implantación de más PET en diferentes comunidades autónomas del Sistema Nacional de Salud, que superarán en número a las ahora existentes en el sector privado.
"La sanidad privada ha sido la gran impulsora de este procedimiento diagnóstico, que ha aparecido en un momento de gran control del gasto sanitario público. No obstante, todos los españoles que lo requieran tienen acceso gratuito a la PET mediante los conciertos establecidos con el Sistema Nacional de Salud", afirma José Luis Carreras, jefe de Medicina Nuclear del hospital Clínico San Carlos de Madrid.
Este especialista, considerado el introductor de la técnica en España en 1995, advierte de que el Consejo Interterritorial de Salud, a través del Sistema de Uso Tutelado, ha definido y aprobado unas indicaciones muy concretas para el uso de la PET, basadas en la relación de rentabilidad. Sustancialmente, son las siguientes: aparición de nódulo solitario en pulmón (generalmente, se trata de un hallazgo casual por rayos X o TAC); en cáncer de pulmón confirmado para realizar un estudio de extensión y comprobar si existen metástasis (lo habitual es practicar esta prueba mediante TAC, que resulta menos precisa), en linfomas (para determinar su agresividad) y en tumores de origen desconocido.
"En este último caso", explica Carreras, "lo común es someter al paciente a numerosas pruebas, algunas de ellas cruentas y, cuando todo ha fallado, se practica la PET, que detecta en el 50% de los casos el tumor originario. Aquí es mucho menos controvertido el coste de este procedimiento, cuyo precio oscila de 900 a 1.000 euros y que desde un principio puede sustituir a una decena de pruebas y, con ello, no sólo ahorrar gastos, sino también tiempo del personal y sufrimiento para el paciente".
Todas estas aplicaciones están ampliamente recogidas en el libro PET en oncología, coeditado, además de por Carreras, por los especialistas en medicina nuclear Luis Lapeña y Cristina Asensio, en el que han participado 19 expertos españoles.
Otras de las indicaciones aprobadas que se detallan en el libro, a juicio de Carreras, son los carcinomas de cabeza y cuello, colorrectal, melanoma, tiroides y cerebro, "sólo cuando exista sospecha de recidivas o recaídas, sugerida por la aparición de distintos marcadores tumorales clínicos".
Las cámaras PET de última generación, que no resultan claustrofóbicas para el paciente, permiten obtener imágenes de cuerpo completo de gran calidad en un tiempo razonable de 30 a 60 minutos. La PET consigue imágenes de todo el organismo gracias a la acción de diversas moléculas marcadas con isótopos (fármacos radiactivos) emisores de positrones (partículas subatómicas), que han sido previamente inyectadas al paciente por vía endovenosa.
Información funcional de la célula cancerosa
Para Eduardo Díaz Rubio, catedrático de Oncología de la Complutense y jefe de la especialidad en el hospital Clínico de Madrid, la información que proporcionan las imágenes de la PET es muy variable según las diferentes moléculas que se inyecten al paciente.
"Siempre se trata de una información de carácter funcional, metabólica o bioquímica, muy diferente a la morfológica, estructural o anatómica que aportan otras técnicas por imagen. Fundamentalmente esta prueba evalúa la actividad metabólica celular y detecta el más alto metabolismo de las células tumorales y su mayor avidez por la glucosa frente a las células sanas", apunta Díaz Rubio.
A juicio de este oncólogo, la PET se puede utilizar para "estudiar la fase de evolución de los tumores, conocer la existencia de posibles recidivas, diferenciar éstas de las secuelas de ciertas terapias anticancerosas, monitorizar o analizar la respuesta al tratamiento e incluso, en ciertas ocasiones, diferenciar los tumores malignos de los benignos sin necesidad de más pruebas".
Esto no significa, según Díaz Rubio, que la PET vaya a sustituir otros métodos de diagnóstico por imagen en el manejo de la enfermedad cancerosa, por lo que aconseja que el médico conozca bien sus posibilidades, pero también sus indicaciones y limitaciones. "Se hace necesario", añade, "establecer protocolos y guías que, basadas en datos científicos y contrastados, permitan ir profundizando en las aportaciones de tipo médico, social e incluso económico de esta nueva tecnología".
En términos similares se pronuncia José Manuel Carril, presidente de la Sociedad Española de Medicina Nuclear y jefe de la especialidad en el hospital Marqués de Valdecilla, de Santander, quien además sostiene que "ninguna prueba diagnóstica como la PET ha necesitado en la historia de la medicina tanto tiempo y tantas evaluaciones para reconocer su gran utilidad en oncología, tal vez simplemente por su injustificada fama de cara, idea que será rebatida con el tiempo y la práctica clínica, como ha sucedido con otros sistemas diagnósticos costosos".
En EE UU está a punto de aprobarse la aplicación de este método para la detección de procesos neurológicos no oncológicos, como las demencias.
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