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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Estallido boliviano

Dos días de violencia callejera descontrolada, con enfrentamientos entre policías y militares, han dejado más de una veintena de muertos a tiros y centenares de heridos en Bolivia. El Gobierno habla sin aportar datos de un intento de golpe y la mayor central sindical del país ha convocado una huelga general de 48 horas a partir de mañana. La mecha la prendió una protesta de la policía en La Paz, a la que se sumaron numerosos vecinos, contra medidas fiscales de encarecimiento de la vida, ya retiradas por el presidente Gonzalo Sánchez de Lozada. El telón de fondo es un marco de movilizaciones de la izquierda y del movimiento indígena que dirige Evo Morales contra la fuerza conservadora gobernante.

Una situación económica degradada, un alineamiento con las fórmulas del Fondo Monetario y la impotencia del poder para responder a las mínimas exigencias de los siempre preteridos están detrás del estallido social reprimido de manera tan confusa como desproporcionada por el ejército. El conjunto representa una materia prima ideal para que el llamado Estado Mayor del Pueblo, una alianza político-sindical socialista, que dirige Morales, se crezca en su exigencia de que dimita el presidente y se convoquen elecciones.

El Gobierno asegura que cumplirá lo pactado con los organismos internacionales para reducir su formidable déficit fiscal, pero no ha planteado medidas alternativas a los impuestos salariales que se ha visto obligado a retirar. Desde la Organización de Estados Americanos, la Unión Europea y la ONU se ha pedido diálogo en Bolivia y se ha condenado la "violencia innecesaria". Son declaraciones tan bienintencionadas como inútiles.

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No parecen darse las condiciones para que el sentimiento democrático apoye un relevo presidencial. Pero cabe poca duda de que los fundamentalismos librecambistas y neoliberales y la sumisión ciega al pago de la deuda no hacen sino empobrecer a Bolivia, un caso más de América Latina. Sin un verdadero esfuerzo del mundo desarrollado, lo que peligra es la idea misma de democracia en el subcontinente iberoamericano.

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