_
_
_
_
Crónica:NACIONAL
Crónica
Texto informativo con interpretación

La guerra avanza

Lluís Bassets

La guerra se extiende. Todo lo ocupa. Pocas cosas suceden en este mundo que no tengan que ver con la guerra, fuera de unos pocos conflictos encapsulados, aunque puedan ser más lacerantes que cualquier pretexto bélico. La guerra está en todo y todo está ya en guerra. Con los correspondientes desperfectos y averías que está ocasionando en las relaciones entre países y en los organismos internacionales. La primera pregunta que se le ocurre a quien participa en una guerra es si saldrá vivo de ella.

Vale para los soldados que a estas horas se apelotonan en las inmediaciones de Irak e incluso ya dentro de su territorio. Vale ante todo para los iraquíes, los habitantes de las grandes ciudades y los jóvenes reclutados forzosamente por el régimen para enfundarse el uniforme de un ejército derrotado antes de combatir. Y para Sadam Husein, el malo más malo del designado eje del mal. Pero también para muchos otros.

La devastación bélica es un banco de pruebas terrible para todos; para quienes aspiran a gobernar es un momento decisivo para demostrar los reflejos

Para sus vecinos del mundo árabe. Para Recep Tayip Erdogan, el líder del Partido de la Justicia y del Desarrollo, que sólo llegar al Gobierno se encuentra con la difícil papeleta de autorizar la entrada de las tropas norteamericanas y el uso de sus bases para atacar a Irak. Y sobre todo para el arruinado Yasir Arafat, sobre cuyo destino hablan las encuestas y los designios en Israel. Según un sondeo publicado por el diario Haaretz, un 45% de los ciudadanos israelíes creen que a la primera oportunidad hay que quitárselo de en medio, sin especificar detalles de si se trata de su eliminación física, tal como propugnan los más duros entre los halcones.

Pero la pregunta sobre la supervivencia también tiene valor, en este caso político, para numerosos dirigentes del mundo occidental: Tony Blair se juega su futuro. Se lo juegan Gerhard Schröder, debilitado hasta la extenuación, y su ministro de Exteriores, Joschka Fischer. José Maria Aznar no, porque se va. Pero sí su partido y sus tres delfines, que pueden recibir una difícil herencia. También se la juega en muchos países la oposición. La devastación bélica es un banco de pruebas terrible para todos, pero para quienes aspiran a gobernar es un momento decisivo para demostrar la capacidad de respuesta, los reflejos, y finalmente la madera de gobernante o incluso para empezar a existir como alternativa, como puede suceder con los conservadores británicos.

Apagafuegos

José Luis Rodríguez Zapatero está plenamente identificado con el "No a la guerra" y a la fortuna política de la movilización y de la apuesta estará ligado su futuro. Mariano Rajoy, como buen apagafuegos de cada uno de los grandes conflictos que afectan al Gobierno, es el candidato más visible y sometido a mayor riesgo. Rodrigo Rato, por el contrario, el más discreto. Y Mayor Oreja el más ajeno a todo esto y el más ocupado en lo suyo, que es el País Vasco. Cuando sale del esquema es para regresar a él: como si todo tuviera su modelo y medida en la lucha contra el terrorismo de ETA.

Todos los políticos se hallan ya bajo el fuego graneado de la guerra que se extiende, pero algunos ocupan lugares especialmente peligrosos. Lord Robertson, el secretario general de la OTAN, anda ya herido por su incapacidad para resolver la pelea monumental e insólita que divide a los socios. El presidente de la Comisión, Romano Prodi, está malherido de irrelevancia, el defecto político por excelencia proclamado por el emperador Bush. Un mal muy similar al que puede afectar dentro de poco a Kofi Annan. El alto representante de la UE para la Política Exterior, Javier Solana, sobrevive con pericia a pesar de que se halla también en una de las zonas donde silban los obuses. Las heridas más serias, todavía insuficientes para ingresar en el hospital de moribundos, las han recibido tres instituciones internacionales: Naciones Unidas, la Alianza Atlántica y la Unión Europea. Es decir, toda la arquitectura internacional del mundo que hemos conocido hasta ahora.

Y entre los mejor pertrechados para aguantar el tirón está Jacques Chirac, el presidente de la Vieja Francia, dotado de una confortable mayoría y asentado sobre un amplísimo apoyo de su opinión pública. Si Tony Blair se inspira en Winston Churchill para soportar la soledad, Jacques Chirac se refugia en la sombra de De Gaulle para liderar la oposición francesa al Imperio. ¿En quién se inspira, por cierto, Aznar?

Entre las cosas que aguantan está la sólida amistad entre franceses y alemanes. Durante un siglo convirtieron Europa en un campo de batalla y de ello han extraído lecciones que todavía perduran. "No a la guerra" suena de forma muy distinta en las calles de la Vieja Europa, el continente de las trincheras y los bombardeos civiles, los totalitarimos y el genocidio durante el siglo XX, que en Estados Unidos o en Israel, los dos únicos países donde la población se decanta a favor de la primera guerra preventiva del siglo XXI.

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Lluís Bassets
Escribe en EL PAÍS columnas y análisis sobre política, especialmente internacional. Ha escrito, entre otros, ‘El año de la Revolución' (Taurus), sobre las revueltas árabes, ‘La gran vergüenza. Ascenso y caída del mito de Jordi Pujol’ (Península) y un dietario pandémico y confinado con el título de ‘Les ciutats interiors’ (Galaxia Gutemberg).

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_