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Tribuna:AMENAZA DE GUERRA | El punto de vista del Gobierno
Tribuna
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Sí a la paz: 10 razones

El autor justifica la actitud del Ejecutivo ante la crisis de Irak y pasa revista, para refutarlas, a las principales críticas que se le vienen haciendo tanto desde la oposición como desde otros sectores de la sociedad.

El Gobierno al que pertenezco como ministro de Defensa viene apareciendo en algunos ámbitos políticos e intelectuales como un simple cómplice de Estados Unidos en un dramático error que precipitará al mundo a un escenario incierto. Trabajar por la paz no siempre es fácil y a veces resulta incomprendido. Si, además, quienes en otras ocasiones han ejercido esa misma responsabilidad se niegan ahora a compartirla, el resultado pone en entredicho demasiadas cosas. Muchas más de las necesarias.

Sirva como preámbulo que en estas horas de incertidumbre y de expectativas por cumplir, el presidente del Gobierno, ahora José María Aznar, ha comparecido ya una vez en sede parlamentaria explicando la posición del Ejecutivo, al que respalda una amplia mayoría, y lo hará por segunda vez el próximo martes, sin que nadie más que el tirano Sadam Husein haya precipitado acontecimientos que tengamos que lamentar. No ocurrió así en 1990, cuando quien entonces presidía el Gobierno de España tardó 40 días en comparecer ante el Congreso de los Diputados un 11 de septiembre (¡vaya coincidencia!) y cuando tres barcos de la Armada española se habían incorporado ya al bloqueo de la coalición internacional frente al régimen del dictador iraquí. Ahora hay transparencia ante quienes representan la voluntad de los ciudadanos donde hace años hubo marginación, a pesar de contar entonces aquel Gobierno con el apoyo de una oposición responsable.

Trabajar por la paz no siempre es fácil y a veces resulta incomprendido
Una guerra nunca es popular. Sólo un autócrata puede desearla y decidirla
La OTAN está a punto de resultar triturada por la insolidaridad de tres de sus miembros
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Intentando ordenar reflexiones y aportar criterios, quiero exponer algunos argumentos a favor de la paz, donde ahora hay violencia y una cruenta guerra contra los derechos humanos y las libertades del pueblo iraquí y de sus vecinos.

1. No al unilateralismo y a la guerra preventiva. El Gobierno de España mantiene la coherencia, en relación con el conflicto de Irak, con todas y cada una de las decisiones adoptadas hasta ahora en los foros multilaterales donde está representado. En Naciones Unidas, asumiendo las resoluciones del Consejo de Seguridad (que han suscrito, entre otros, Francia y Alemania), y en el seno de la Unión Europea, donde de nuevo Francia y Alemania han validado con su apoyo la declaración final de la Cumbre de Copenhague. Son estos dos países los que han roto, de forma unilateral, el consenso alrededor de una declaración unánime, la 1.441 de Naciones Unidas, que habla de la necesidad de que Irak cumpla plenamente todas las resoluciones... con objeto de asegurar la paz y la seguridad internacionales, recordando, párrafo 13, "...que ha advertido reiteradamente a Irak que, de seguir infringiendo sus obligaciones, se expondrá a graves consecuencias". Calificar como guerra preventiva lo que Naciones Unidas define como "graves consecuencias" no deja de ser una suerte de pirueta intelectual donde el agresor, que conviene no olvidar que es Sadam Husein, termina siendo una pobre víctima.

2. Irak rompió las reglas en 1990. Y lo sigue haciendo. 12 años después, es la reiterada negativa y la permanente obstrucción de su régimen tiránico a cualquier verificación cabal de la destrucción de su ingente arsenal de armas terroríficas, armas que ya ha utilizado y que nada hace pensar que vaya a abandonar voluntariamente, la que nos ha situado en esta dramática encrucijada. Desde 1991 hasta ahora, el Gobierno iraquí ha incumplido sucesivamente 17 resoluciones de Naciones Unidas, expulsó en 1998 a los inspectores y mantiene investigaciones y ha desarrollado armas prohibidas, químicas y biológicas, con las que ha causado miles de muertos (chiítas, kurdos...). Ahora se niega a demostrar cómo se ha deshecho de ellas. Es Sadam Husein quien tiene que demostrar que se ha desarmado. No son los inspectores quienes tienen que encontrar más pruebas. Es la clásica "probatio diabólica", confiar ahora en la palabra de quien ha demostrado sobradamente que ha hecho de la mentira su norma de conducta.

3. El petróleo detrás. En 2003 tan detrás como en 1990. Entonces fue exactamente la circunstancia que explicó la invasión y posterior anexión de Kuwait por Irak. Ahora se producen acusaciones contra el interés desmedido por el petróleo de Irak. Es verdad que Estados Unidos mantiene importantes intereses comerciales en Irak, pero no parece vacilar al ponerlos en juego para obligar a Sadam Husein a cumplir con las resoluciones de Naciones Unidas. Los mismos que sugieren aquello, callan otros intereses económicos de alguno de nuestros vecinos que, curiosamente, son el principal cliente de las exportaciones de crudo iraquí.

4. Solidaridad y coordinación en la lucha contra el terrorismo. España lo sabe bien y sus sucesivos Gobiernos lo han padecido. En una clamorosa soledad que a nadie se nos ha olvidado. Ahora, y especialmente después del 11-S, hemos conseguido atraer a nuestro empeño incluso a quienes antes se declaraban "tierra de asilo" para unos supuestos disidentes políticos (reconocidos hasta en Idaho) que se tapan el rostro con una capucha e intentan imponer sus ideas con las pistolas o el coche bomba. Hubo quien se llegó a sentar, sin contraprestaciones, a una mesa de negociación con los terroristas. Volvimos a llorar de rabia y de impotencia. Sólo la presión policial y judicial, y la solidaridad internacional, han demostrado que los terroristas no entienden otro lenguaje. Ya nadie se plantea sentarse a negociar con ETA ni con Al Qaeda. La presión internacional y unánime debe hacer comprender a los terroristas que su chantaje es imposible. ¿Por qué Sadam Husein va a ser diferente?

5. Contra la proliferación de armas de destrucción masiva. Alguien ha escrito que Estados Unidos suministró armas químicas a Sadam Husein en los años ochenta en su guerra contra los iraníes. No tuvo entonces pudor, quien lo denuncia ahora, para apoyar a Estados Unidos. Calló. Está por demostrar que haya sido así. Lo cierto es que documentalmente Irak tiene armas de destrucción masiva, las ha utilizado y no es capaz de demostrar que las ha destruido. Y es público que tras el 11-S Bagdad ha sido refugio para cualificados terroristas de Al Quaeda. ¿Hace falta otra dramática demostración de crueldad en Nueva York o en cualquier capital europea para demostrarlo? El número dos del régimen iraquí, Tarek Azíz, ha amenazado directamente a España con atentados. "A confesión de parte, no se necesita prueba".

6. Con la estrategia de Bush y con EE UU. Simplificar la decisión del Gobierno de España a un ejercicio de seguidismo es tan ridículo como gritar desde la oposición "OTAN, de entrada no" y provocar inmediatamente después desde el Gobierno un referéndum para mantenernos dentro. El Gobierno español no se ha inhibido y cree que sólo la firmeza puede hacer rectificar al Gobierno iraquí. Son ya 12 años los que han transcurrido desde que el mundo le conminó a hacerlo y estamos donde estamos.

7. El conflicto no terminará en Irak. De hecho, sin que todavía se haya producido ni un disparo, el conflicto se está llevando por delante la confianza en las tres instituciones más respetadas hasta ahora por los ciudadanos de todo el mundo, y en particular por los europeos: Naciones Unidas está en entredicho como foro de consenso; la Unión Europea afronta el lunes un complicadísimo Consejo extraordinario en Bruselas, y la OTAN está a punto de resultar triturada por la insolidaridad de tres de sus miembros. Ni en sus mejores sueños Sadam Husein pudo imaginar una situación parecida. Si en la menos deseable de las hipótesis hay que terminar reconstruyendo y rehaciendo una zona tan estratégica del planeta como la que ahora concentra toda nuestra atención, con la desaparición o inhibición de estas tres instituciones, tal y como las conocemos, el "cónsul" de turno tendrá las manos libres para hacer y deshacer a su antojo. Y no podremos ni protestar. Malas señales estamos mandando a los países musulmanes cuando Turquía, que viene haciendo grandes esfuerzos para aproximarse a las democracias europeas, recibe la negativa de la Alianza Atlántica cuando pide que se piense sobre su defensa ante la amenaza que representan sus cientos de kilómetros de frontera con Irak.

8. Todos contra Sadam Husein. Pero hay que demostrarlo: defender la soberanía del pueblo iraquí bajo la dictadura de Sadam Husein es como aplaudir a aquel Secretario de Defensa norteamericano que calificó el 23-F como un asunto interno del Gobierno español. O que se lo cuenten a las víctimas del nazismo en Alemania, Austria o Polonia. En la Conferencia de Munich ( septiembre de 1938 ) el premier británico Chamberlain, y Daladier, que era jefe de Gobierno y ministro de Defensa de Francia, también entendieron que bastaba ceder en los Sudetes para preservar la paz frente a los propósitos de Hitler. Desarmar al tirano iraquí "sin guerra", como precisamente hoy rezan algunas pancartas, es como pretender que los asesinos de Joseba Pagazaurtundua se entreguen arrepentidos por su crimen. Recomiendo vivamente la lectura del informe de Amnistía Internacional de 2002 sobre la situación del pueblo iraquí. Da que pensar.

9. España debe defender sus posiciones con autonomía. No confundir el apoyo convencido a una coalición donde se encuentran incluidos países de tanta solvencia democrática como el Reino Unido con la necesidad de marcar distancias frente a quien lidera, nos guste más o menos, el nuevo orden internacional que venimos construyendo entre todos desde la caída del muro. El Gobierno español, en el ejercicio responsable de su compromiso con los intereses nacionales, es consciente de la gravedad de la situación y ha trabajado, trabaja y trabajará por restablecer la paz y el orden internacional. Es Irak la que los ha roto.

10. Opinión pública y guerra. Un Gobierno democrático nunca desea una guerra, no sólo por convicción sino ni siquiera por interés. Una guerra nunca es popular. Sólo un autócrata puede desearla y decidirla, por sí y ante sí. Esa es la diferencia.

La comunidad internacional puede olvidarse algún tiempo de que Sadam Husein es un tirano, de origen y de ejercicio, que oprime a su pueblo y amenaza permanentemente a los países vecinos, pero no puede quedarse inactiva frente a ese mismo tirano que acumula armas de destrucción capaces de asesinar a miles de personas inocentes en cualquier momento y por sí, o por medio de organizaciones terroristas, en cualquier lugar del mundo. Escribió Kant sobre la paz perpetua que "...ésta no se consigue solo por la abstención de la guerra, sino dando estabilidad al Derecho internacional y reforzándolo con la política; otra cosa sería pura filantropía". Y es que tanto la ética formal como cualquier otra, incluida la moral católica, han apostado siempre por la institucionalización de la paz y de la fuerza en una comunidad internacional regida por el Derecho. ¿Puede España inhibirse ante esta situación?

Federico Trillo es ministro de Defensa.

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