Al psicólogo
Jopelas, papá me ha llevado al psicólogo. La razón es que un día me empeñé en ir al cole con la falda escocesa de mamá. Al principio todos se lo tomaron a broma, pero cuando se dieron cuenta de que lo decía en serio, intentaron convencerme de que iba a hacer el ridículo llevando la falda escocesa, e insinuaron que todos mis amigos se reirían de mí. Yo les dije que no, porque todos los escoceses llevan falda escocesa y nadie se ríe de ellos porque son muy brutos, y además, los cuadros escoceses son de faldas escocesas de toda la vida, y no de pantalones cortos de los domingos, como mamá me decía. Encima, cuando les dije que no pensaba llevar calzoncillos debajo de la falda, la cosa empeoró. Papá me gritó que me pusiera inmediatamente los pantalones cortos de cuadros escoceses, y yo le dije que esos pantalones no servían ni para guardar grillos en los bolsillos, y entonces me dijo: "Pues hala, te vas al psicólogo". Yo creo que papá no es un hombre que vea muchas pasarelas.
Al principio mi hermano pequeño se rió mucho. Me llamó colegiala, y cosas así. Después jugó a los psicólogos. Me dijo que yo estaba traumatizado. Que de muy pequeñito yo iba con mi cochecito Silver Cross, y que los modernos de la Maxi Cosi me miraban con desprecio. Que nunca había superado los estúpidos lacitos de raso azules que me ataban. Que en las fotos parecía un retrato antiguo de esos que hay en los museos. Y lo peor de todo: que una vez hice un ridículo espantoso con aquel traje de tirolés que me compró mamá en la tienda Verdaditas.
Yo le contesté al canijo que no tenía ni idea de moda, y que yo, aunque presionado por las circunstancias familiares, siempre intenté llevar las prendas impuestas por mamá con elegancia. Si él tuvo más suerte, tal vez fuese por su facilidad para expulsar gruesas lágrimas de cocodrilo cuando gritaba que le picaban los calzoncillos. Puro chantaje emocional que nada tenía que ver con el buen gusto.
Añadí que cada uno hace el ridículo como quiere. ¿Acaso no iba él al cole disfrazado de Batman? Le dije que no había nada de malo en ponerse una falda, que si no había visto la película Braveheart, y que llevar la falda escocesa sin nada debajo y enseñarles el culo a nuestros compañeros del colegio sería fantástico. ¡Nunca más tendría que llevar calzoncillos! Fue un razonamiento que le puso definitivamente de mi parte. Dijo que él también quería ir al cole con la falda escocesa, y que nos turnaríamos para llevarla. Así que fuimos los dos a explicárselo a papá.
Y aquí estamos, frente al psicólogo. El psicólogo nos sonríe. El psicólogo nos interroga. Después le pedimos que nos hipnotice pero no hay manera. Es una pena, porque a mi hermano y a mí lo que nos interesa es el hipnotismo: que nos haga creer que somos ornitorrincos o diablos de Tasmania. Pero él no ha querido, porque dice que es de la escuela "conductista". Este psicólogo es muy raro. Además, cuando nos hemos levantado para despedirnos, hemos visto que llevaba una minifalda con medias de rejilla. En fin, es lo que digo yo: cada uno se pone lo que quiere.
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