Una nueva cirugía acelera la recuperación en la rotura del tendón de Aquiles
El aumento de deportistas de fin de semana ha disparado las estadísticas de esta lesión
El deportista ocasional de fin de semana quizá no lo sabe, pero corre riesgos. Un mal calentamiento o una práctica inadecuada pueden dar al traste con esa salud que, paradójicamente, el que hace deporte pretende conservar o aumentar. En los últimos años, una lesión frecuente en estos deportistas es la rotura del tendón de Aquiles. "Los casos han aumentado espectacularmente; sobre todo entre los hombres de 30 a 60 años, que son los que, sin pensárselo, se ponen a jugar un partido de tenis o a correr por el parque", explica el traumatólogo Andrés Carranza, especialista en cirugía ortopédica en el hospital sevillano de Virgen del Rocío. "¡Cómo si me hubieran dado una pedrada... Así ha sido el golpe, seco, que he sentido!", dice el traumatólogo que le cuentan, invariablemente, los pacientes. Y es que, en la rotura, el síntoma es claro: brusco chasquido y dolor violento con sensación de desgarro. El arranque en frío y sin calentamiento previo es la causa del 80% de las roturas en varones.
La cirugía de mínima incisión reduce casi a cero el riesgo de nueva rotura
De todas las urgencias traumatológicas que llegan a un hospital, un 16,5% corresponde a lesiones de tobillo y pie y, de éstas, el 6,3% son roturas del tendón de Aquiles. Andrés Carranza y su equipo han resuelto con éxito más de medio centenar de estas roturas aplicando una técnica quirúrgica propia. Para el paciente representa, además de la resolución satisfactoria de la lesión, una recuperación mucho más rápida que la que ofrece la cirugía tradicional. "Lo normal hasta ahora", explica este traumatólogo, "era que una persona a la que se le rompía el tendón de Aquiles necesitase un mínimo de seis meses para recuperarse. Nosotros hemos conseguido que en tan sólo tres meses el deportista de élite vuelva a entrenar".
La técnica no tiene misterio. Los cirujanos del equipo de Carranza evitan hacer una gran herida como hasta ahora se hacía. Con incisiones mínimas, de apenas un centímetro, estratégicamente situadas en torno al tendón roto, resuelven el problema quirúrgico. La cirugía semipercutánea de mínima incisión, según denomina Carranza, evita infecciones posteriores en las heridas, y los consiguientes injertos. Son cinco heridas pequeñas en total. Además de la que da acceso a la rotura del tendón, Carranza practica cuatro mínimas, dos anteriores y dos posteriores a la lesión, que son las que le permiten coser eficazmente la rotura. Si todo va bien, el paciente, al cabo de mes y medio empezará a caminar.
En su obsesión por seguir avanzando y perfeccionando el método, Carranza está estudiando ya la posibilidad de suprimir el enyesado de las primeras semanas. La seguridad que les ofrece a él y a su equipo la técnica que practican les hace ser optimistas al respecto. "Una vez realizada la sutura, la recuperación sería igual de eficaz y rápida colocándole al enfermo una simple media elástica desde el primer momento, en lugar de esa escayola que hasta ahora le estamos poniendo en las primeras seis semanas", dice. Y puede que estén en lo cierto si se atiende a los resultados.
En un estudio realizado con 19 casos, correspondientes a los años 1999 y 2000 -cuyos resultados ha presentado el equipo de Carranza con éxito en congresos internacionales de cirugía de pie y de tobillo- las conclusiones han sido contundentes. Tras año y medio de seguimiento de estos pacientes, esta "técnica semipercutánea de mínima incisión" ha ofrecido resultados "muy buenos" en 12 de estos enfermos; en los 6 restantes, los resultados fueron calificados de "buenos".
"Esto fue así porque, además de ser especialmente perspicaces y rigurosos en la evaluación de cada uno de los enfermos, observamos que en los calificados sólo de buenos concurría alguna otra patología que les generaba molestias, pero que nada tenía que ver con la operación en sí", puntualiza.
El paciente tipo con rotura de tendón de Aquiles, según el estudio antes citado, es un hombre de 42 años de edad, que practica ocasionalmente deporte los fines de semana. Llega, generalmente, a urgencias y, tras la pertinente observación, es intervenido al cabo de 36 horas por término medio; el proceso quirúrgico no suele durar más de 33 minutos, y la estancia hospitalaria apenas alcanza las 48 horas.
Andrés Carranza destaca también que con su técnica el riesgo de nueva rotura se reduce prácticamente a cero e insiste en resaltar la desaparición de riesgos cutáneos y en la disminución del tiempo de convalecencia. Finalmente, la recuperación funcional del paciente, insiste el cirujano, "es absoluta".
Un potente muelle para correr
El tendón de Aquiles, con un grosor de poco más de centímetro y medio, es el tendón más potente del cuerpo. Por la parte inferior dispone de un solo anclaje, el que lo fija al hueso calcáneo; es por aquí, precisamente, por donde suele romperse: dos o tres centímetros más arriba de su unión al hueso. "Se debe, probablemente, a que es una zona de escasa irrigación", precisa el traumatólogo Andrés Carranza. La parte superior, en cambio, es la terminación natural de tres grupos musculares de gran importancia: los dos gemelos y el soleo. Esto lo convierte en un muelle poderoso que impulsa al cuerpo al caminar y, sobre todo, al correr. Su lesión o rotura deja sin fuerza al pie afectado, haciendo la marcha dificultosa.
Las lesiones del tendón de Aquiles siempre cicatrizan. A los esclavos de las plantaciones americanas que querían escapar les cortaban ambos tendones con el fin de evitarlo; pero las heridas cicatrizaban y acababan huyendo. "La naturaleza es sabia y, aunque no se tomen medidas quirúrgicas, el propio tendón genera el tejido suficiente para llenar el espacio habilitado tras la rotura. Lo que ocurre es que el nuevo tejido, fibroso, no es tan resistente como el propio tendón y lo más probable es que vuelva a romperse por el mismo sitio", ilustra Carranza. De ahí que, si el paciente es de edad avanzada y sufre enfermedades de riesgo, se opte por una práctica médica conservadora, como el enyesado, sin cirugía.
Una simple observación del experto determinaba hasta ahora el alcance de la lesión. Hoy, sin embargo, técnicas como la ecografía y la resonancia magnética precisan, con total exactitud, cómo es y dónde está el daño. Esto es importante, según Carranza, porque un 5% de estas lesiones pasaban inadvertidas, sobre todo en deportistas de élite.
El tendón de Aquiles puede romperse por un accidente laboral o por una mala coordinación muscular: arrancar en frío en la práctica deportiva. También existen factores como la diabetes o la hipercolesterolemia que pueden debilitar el tendón, o las tendinitis de los deportistas que derivan en rotura.
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