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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Freno y acelerador

Mientras Estados Unidos pisa el acelerador de la guerra, Francia, Alemania y Bélgica han puesto el pie en el freno. Ayer volvieron a impedir que la OTAN avanzara planes para una eventual defensa de Turquía en caso de conflicto con Irak. La crisis de la Alianza es la mayor de su historia, y no es ajeno a ella su secretario general, lord Robertson, al intentar forzar a los tres países que ya habían expresado su oposición la pasada semana. No se trata de un gesto de insolidaridad hacia Ankara por parte de estos Estados; la oposición no es de principio, sino de calendario: no es el "momento adecuado".

Aunque la postura final francesa no esté definida, la negativa tiene una vertiente constructiva, ya que estará acompañada de una propuesta de resolución del Consejo de Seguridad de la ONU para reforzar los medios y los plazos de los inspectores internacionales de armas en Irak, con el objetivo de alcanzar el desarme sin guerra. Al menos en esto la posición franco-alemana contrasta con la del Gobierno de Aznar, que, pese a ocupar desde enero un asiento en el Consejo de Seguridad, no ha tenido una sola iniciativa para evitar la guerra, aunque insiste en que no la desea.

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Para el presidente Bush, "la partida se ha terminado" y no hay tiempo ya para una solución diplomática. El despliegue militar de EE UU en la región se agiganta día a día tanto en efectivos como en su coste, estimado en unos 1.000 millones de euros diarios. La maquinaria militar está cobrando una dinámica propia que tiende a acelerar la entrada en acción. La próxima gran cita diplomática es para el viernes próximo, pero en ningún lugar está dicho que el informe que presenten Blix y El Baradei ese día al Consejo de Seguridad tenga que ser el último o el definitivo, especialmente cuando Bagdad va dando pasos, aunque sea a cuentagotas, para colaborar con la inspección. Su representante en Naciones Unidas aceptó ayer una de las condiciones más duras y que había eludido hasta ahora: el sobrevuelo de su territorio por los aviones espía estadounidenses U-2.

Los intentos de alargar el plazo de los inspectores y frenar son avalados ya no sólo por Francia y Alemania, sino también por China y Rusia. Putin se sumó ayer formalmente en París a la propuesta franco-alemana, que cuenta con el respaldo de tres de los cinco miembros con derecho de veto en el Consejo de Seguridad. Estamos ante una confrontación no sólo sobre una guerra contra Irak, sino sobre el poder en el mundo. El mensaje de estos días por parte de la Administración de Bush es tajante: o el Consejo de Seguridad y la OTAN odedecen y siguen o estas organizaciones dejarán de ser "relevantes", es decir, útiles para EE UU, que vive como una impertinencia el bloqueo en el Consejo Atlántico por parte de lo que el jefe del Pentágono llama la vieja Europa. Pero más impertinentes resultan para estos aliados los modales políticos de Rumsfeld, al comparar a Alemania con Libia o Cuba. Algo que no es de recibo precisamente entre aliados y amigos.

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