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AMENAZA DE GUERRA | El plan franco-alemán

La filtración a la prensa del plan franco-alemán para evitar la guerra enfrenta a Schröder y Fischer

La discusión internacional sobre una eventual guerra contra Irak parece superar al Gobierno rojiverde alemán, que ayer se hundió en múltiples contradicciones y, según el diario Bild, ha sido sacudido por un fuerte encontronazo entre el canciller, el socialdemócrata Gerhard Schröder, y su ministro de Exteriores, el verde Joschka Fischer. Portavoces oficiales negaron el enfrentamiento, pero no pudieron despejar la impresión de que en Berlín, en estos días de crisis internacional, reina la improvisación absoluta, con el ministro de Defensa, Peter Struck, desmintiendo sus propias declaraciones del fin de semana sobre la posibilidad de enviar cascos azules a Irak, y los líderes de la coalición rojiverde tratando de quitar hierro a las informaciones de Der Spiegel acerca de la existencia de un plan franco-alemán.

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El reportaje se basó en informaciones obtenidas en la cancillería y supuso un verdadero bombazo cuando se conoció, el sábado, en la Conferencia de Seguridad de Múnich, al tiempo que pilló de sorpresa tanto a Fischer como al ministro de Defensa socialdemócrata, Peter Struck.

El plan descrito por Der Spiegel -aumentar el número de inspectores en Bagdad, controlar todo el espacio aéreo iraquí y enviar cascos azules a este país, entre otros aspectos- fue inmediatamente rechazado por el secretario de Defensa estadounidense, Donald Rumsfeld, quien se quejó amargamente de enterarse sólo a través de la prensa de la iniciativa.

La reacción de Fischer a esta humillación, agravada aún más por los desmentidos de Francia, fue una airada protesta telefónica ante el canciller Gerhard Schröder, según informó ayer el diario Bild. La polémica, desmentida ayer de plano por los portavoces gubernamentales, que calificaron de "excelentes" las relaciones entre ambos políticos, aparece como especialmente notable porque Fischer ha dicho muchas veces que en política casi todo está permitido, "menos contradecir al jefe".

Las tensiones, no obstante, han ido en aumento desde que Schröder empeñara su palabra en que Alemania, pase lo que pase, no votará a favor de la guerra. Ello ha conducido a que el espacio de maniobra de su ministro de Exteriores haya quedado reducido casi a cero, y las tradicionalmente excelentes relaciones con Washington se encuentren en un estado deplorable.

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Con estos precedentes, ayer en Berlín planeaba la sospecha de que la cancillería había filtrado las informaciones a Der Spiegel para destacar el protagonismo de Schröder. "Es diletante y arriesgado hacer política exterior a través de la prensa", criticó, por ejemplo, la presidenta de los democristianos de la CDU, Angela Merkel. Este juicio, sin embargo, no es del todo acertado: el reportaje del semanario no se originó en una única filtración, sino que fue el resultado de la investigación de un grupo de periodistas que habló con varias fuentes, algunas de ellas de los Ministerios de Defensa y de Exteriores.

Visto el daño que se ha hecho, el Gobierno intentó ayer restar importancia a las informaciones periodísticas al negar, una y otra vez, la existencia de un "plan franco-alemán" y ya sólo hablar de "consideraciones conjuntas" entre París y Berlín para intensificar las inspecciones de armamento. Se trataría de "ideas", en suma, cuya autoría intelectual, además, correspondería al Gobierno francés.

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