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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Incierto porvenir

La desaceleración de la economía española ya es evidente, por más que el Gobierno intente agarrarse, en sus análisis, a la recuperación de una o dos décimas de crecimiento. Las estimaciones del Banco de España arrojan un aumento del PIB para el conjunto del año del 2%, pero con un perfil trimestral poco tranquilizador. Pero es que además las incertidumbres que pesan sobre el crecimiento se están trasladando de forma muy clara al mercado de trabajo. Las cifras de la EPA correspondiente al ejercicio 2002 dicen que el número de parados ha aumentado en 226.400 y que la tasa de paro se ha situado ya en el 11,45%, después de años de descenso constante. Con las cifras en la mano y como resumen, cada vez es más difícil argumentar los análisis optimistas que despliega el equipo económico del Gobierno, reducidos en el último año al argumento de que la economía española crece más que la media europea.

La suposición de que la economía española se aproxima a una etapa de recuperación está basada en dos indicios ciertamente débiles: que la inversión en bienes de equipo desciende a un ritmo menos pronunciado que en trimestres anteriores y que las exportaciones experimentan un repunte. Es posible que tales indicios puedan proporcionar un respiro momentáneo, pero son insuficientes para justificar expectativas ciertas de cambio de tendencia. Por el contrario, entre los signos más inquietantes de las últimas estadísticas hay que destacar el descenso acusado en el ritmo de creación de empleo, que ha caído más de dos décimas en un trimestre y que está en la raíz de las dificultades del mercado de trabajo para absorber el aumento de la población activa. Es significativo que el paro haya crecido más en la construcción, uno de los motores hasta ahora del crecimiento español, y en la industria (19% y 18%, respectivamente).

Dado que las predicciones para las economías europeas no son precisamente optimistas, es razonable sospechar que tanto el crecimiento de la economía como el de creación de empleo van a seguir descendiendo o permanecer en situación de práctico estancamiento. Sin entrar en apuestas, es más prudente atender a las razones pesimistas que a las optimistas. Como suele decirse en el argot futbolístico, el partido no ha hecho más que empezar y el resultado es incierto.

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