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Columna
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La perrera

Rosa Montero

Hace un par de semanas se aprobó el anteproyecto de reforma del Código Penal, por el que maltratar a los animales domésticos será un delito. Esto es tan sólo un primer paso, porque la defensa de los animales no puede limitarse tan sólo a los domésticos. Pero, de todos modos, es una buena noticia. Supongo que se ha hecho por electoralismo, como tantas otras medidas que ahora todo el mundo está tomando a toda prisa, pero a mí esto no me parece negativo, antes al contrario, forma parte de la gloria del sistema democrático. Da gusto comprobar que, cuando se acercan las elecciones, los políticos recuperan de golpe la conciencia de que son unos meros representantes del sentir ciudadano. Lo malo es que, pasadas las votaciones, a menudo vuelven a olvidarse de sus votantes.

Lo importante de esta reforma de la ley será ver cómo se aplica y si existe una sensibilidad en pro de los animales. Lo cual, la verdad, me parece dudoso. Basta con citar el caso de Cantoblanco, la perrera municipal de Madrid. Dicen los empleados de Cantoblanco (entre los que habrá, no lo dudo, estupendas personas) que hay una campaña en contra de ellos en Internet y que les insultan. Pues lo siento, pero lamento todavía mucho más lo mal que parece funcionar ese centro: tiene normas absurdas, como la de no poder llevarte más de un animal, y horarios tan exiguos que dificultan la adopción. Hace un par de semanas, la Plataforma Animalista constató que mantenían a cachorros recién nacidos encima de un suelo helado y que les daban un pienso que, al no tener aún dientes, no podían comer. Los de la PA sacaron a uno de los cachorros un jueves y hasta el lunes no pudieron rescatar a los demás. Ya era tarde. Según el informe del veterinario, los perritos llevaban cuatro días sin comer nada, carecían de masa muscular hasta el punto de no poder ponerles una inyección, padecían hipovolemia (al pinchar no les salía sangre), hipotermia severa y desnutrición extrema. He visto fotos comparando al perro salvado el jueves con uno de los otros y son aterradoras: el segundo muestra un cuerpecillo roto y consumido tres veces más pequeño que el de su hermano. Decir que eso indica una gestión lamentable y manifiestamente mejorable es un eufemismo.

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