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Reportaje:

Selección natural

Fundesem somete a alumnos a pruebas límite para evaluar sus aptitudes profesionales y capacidad de integración

Un autobús que viajaba con un grupo de 52 personas fue secuestrado el pasado viernes en Alicante por la guerrilla colombiana. Camuflados con pasamontañas y armados con pistolas, los raptores obligaron a los pasajeros a cubrirse el rostro hasta que fueron trasladados a Castalla (L'Alcoià), a unos 40 kilómetros de la capital. Ateridas de frío -la provincia de Alicante no se libró de la ola de frío que sacudió el territorio nacional-, las víctimas experimentaron situaciones límite, muy similares a las que hoy soportan miles de ciudadanos colombianos que viven en cautiverio. La experiencia, aunque amarga, no dejó de ser una vivencia irreal. El grupo supuestamente raptado integra el colectivo de alumnos que este año cursan el máster de Dirección de Marketing, impartido por Fundesem, una fundación cultural privada de Alicante.

Este tipo de prácticas, denominadas outdoor training o, lo que es lo mismo, aprendizaje por la experiencia, se incluye en el proyecto de formación de estos alumnos. Ya muy extendida en Estados Unidos desde la década de los setenta, esta metodología de instrucción comienza a implantarse entre empresas punteras españolas, dirigida esencialmente a sus miembros directivos. El objetivo es medir el grado de liderazgo de sus dirigentes, su capacidad de integración en el grupo y su adaptación en trabajos en equipo, según explica Paco Cabrera, adjunto de la dirección del máster. "La experiencia nos dice que los mejores profesionales no son aquéllos que tienen los mejores expedientes académicos, sino los profesionales que saben reaccionar en situaciones límite y con capacidad de liderazgo", agrega.

El viernes, pasadas las nueve y media de la mañana, los alumnos subieron al autobús con la idea de que se marchaban de excursión. A mitad del trayecto, otro grupo de estudiantes abordó el autocar, bajo la consigna de pertenecer a la guerrilla colombiana, y les comunicaron que estaban secuestrados. El escenario pactado consistía en que los participantes llegaban a Bogotá, adonde representantes de la compañía Telefónica les esperaban, para participar en un proyecto de ampliación de la empresa. Inicialmente, todos siguieron las pautas fijadas, entre risas y bromas, conscientes de que todo lo que sucedía era un mera simulación. Sin embargo, a medida que transcurría la jornada, y aún a sabiendas de que todo era una invención, el simulacro comenzaba a tomar un cariz algo más que molesto para los participantes. Lo que a priori resultaba divertido para los alumnos, las duras pruebas, planificadas por una consultora, obligaron a los alumnos a hacer piña para afrontar algunos de los ejercicios.

Una vez llegados al punto donde estaba previsto el desarrollo de la acción, los integrantes se vieron obligados a agudizar su ingenio. Los participantes fueron abandonados en medio del campo con un mapa de la provincia, al objeto de que fueran capaces de descubrir el lugar donde, supuestamente, se encontraban raptados. La unión y el trabajo en equipo era fundamental para encontrar comida y protegerse del frío, sobre todo durante la noche. Los matriculados se vieron obligados a dormir a la intemperie. Las pruebas se prolongaron todo el fin de semana.

Luis Galindo, profesor de habilidades directivas de Outdoor, incidió en la idoneidad de estas prácticas para fomentar la unión entre los miembros de una empresa. "Cuando se viven circunstancias impactantes se estrechan los lazos", afirma. Con este tipo de cursos, sostiene, los directivos descubren que no son "imprescindibles" y que es necesaria la colaboración del equipo. No obstante, Galindo subraya la importancia de "analizar" las experiencias irreales vividas para que sean fructíferas. Los defensores del outdoor argumentan que se aprende el 20% de lo que se oye, el 30% de lo que se ve, y el 46% de lo que se vive. En definitiva, esta técnica consiste en "vivir el trabajo en equipo".

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