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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Sol, playa y crisis

El balance provisional del mercado turístico español durante el año 2002 confirma el agotamiento del modelo imperante durante 40 años, desde el desarrollismo. El número de turistas superó los 51 millones, pero los ingresos han caído el 3,5% y el gasto medio por turista ha descendido más del 5%. Cada vez llegan más turistas por carretera, permanecen durante menos días y se alojan al margen de los circuitos turísticos. Sólo el Gobierno cierra los ojos y sigue "valorando de forma muy positiva" el crecimiento del número de turistas.

El turismo de convención, el deportivo y el cultural mantienen tasas de crecimiento notables, mientras que se deteriora progresivamente el llamado de sol y playa; precisamente el que atraía a un número mayor de viajeros de otros países, concretamente, al 85% de la demanda. Quienes han tratado de explicar esa realidad por factores concretos como la ecotasa de Baleares (un impuesto de un euro por persona y día pagadero por los turistas que se alojen en hoteles) se enfrentan a la evidencia de que el retroceso también ha afectado a zonas sin este impuesto.

El rechazo de los viajeros de calidad tiene seguramente más que ver con factores como el deterioro urbanístico y ambiental de las zonas costeras, que han acabado por eliminar las supuestas ventajas de costes del mercado español. Países como Turquía o Croacia pueden ofrecer también sol y playa a precios un 30% más baratos. Mientras los precios de los servicios suben y los turistas de rentas medias y altas buscan y encuentran playas del Mediterráneo menos contaminadas y no tan superpobladas, en España se sigue apostando ciegamente por la acumulación masiva de cemento. No es racional el mantenimiento de planes de masificación urbanística para construir entre este año y el 2006 más de 180.000 plazas hoteleras, 40.000 de ellas en la Costa del Sol, mientras la tasa de ocupación hotelera disminuye casi tanto como la calidad del turismo.

Casi todo el mundo está de acuerdo en los remedios genéricos, desde mejorar la imagen de España en el exterior hasta cuidar la calidad de la oferta o controlar los precios, y no sólo los hoteleros. El problema inmediato es que nadie toma la iniciativa para proponer la reforma profunda que requiere el mercado turístico, un sector que equivale al 12,1% del PIB español. Hasta el momento, da la impresión de que ni el Gobierno ni las comunidades autónomas se toman demasiado en serio el problema.

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