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EL MOSAICO ESCOLAR.

La lucha contra el masivo absentismo del alumnado gitano

Carmen Morán Breña

Los gitanos no han llegado a España con el fenómeno de la inmigración. Siempre han estado aquí y han sido, en ocasiones, los protagonistas de esforzados proyectos de integración en las escuelas. El absentismo de estos niños es quizá el principal problema al que se enfrentan los maestros. Si no van a clase poco se puede hacer. El instituto Galileo Galilei de Valladolid inició el año pasado un proyecto para integrar a los alumnos gitanos, una docena de chicos, y trabajar con ellos de forma diferenciada. Con el mismo método trataron de que otros cuatro chicos con dificultades de adaptación se motivaran con los estudios.

Comparten clase con el resto de los alumnos pero ocho horas a la semana tienen un aula propia donde les atiende un profesor de educación compensatoria. Las materias más complejas, matemáticas, lengua y sociales se imparten de una forma práctica, adaptada a la realidad cotidiana. A partir de una unidad didáctica, por ejemplo la localidad donde viven, se articulan las enseñanzas de estas materias. "Si se trata de matemáticas, por ejemplo, pues se les diseña un recorrido en autobús y a partir de ahí se explican los metros, los kilómetros", explica Araceli San José, la profesora de educación compensatoria. Si toca dar lengua tendrán que leer, comprender y expresar una serie de ideas por escrito, a partir de la visita ficticia de una mascota por la ciudad elegida.

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Un instituto sin diferencias de clase

Proyectos flexibles

Métodos amenos y sencillos que les hagan comprender sin que se aburran y que les mantenga en clase. El profesor de electricidad les ayuda a montar un circuito eléctrico como si se tratara de su propia casa y con el de plástica dibujarán en el ordenador la maqueta de la casa. Porque en el aula hay ordenadores para ello. Y si hay que explicar una factura, se habla de la cesta de la compra, por ejemplo.

"Son proyectos flexibles que varían cada año en función de los recursos y de las necesidades", explica San José. Este curso, para gran enfado de los docentes, han retirado al profesor de educación especial que colaboraba con San José en estas tareas. "Intentas enganchar a estos chicos con el proyecto educativo, pero no es fácil, no hay milagros, se avanza poquito a poco. Y este año es más difícil porque hay una sola persona para 27 alumnos", lamenta la profesora de compensatoria.

El centro Galileo Galilei también tiene integración para niños sordos. De los más de 1.000 estudiantes que hay en el instituto, 10 presentan esta discapacidad. Dos intérpretes trabajan con ellos en las horas en las que no están en clases normalizadas con sus compañeros.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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