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Reportaje:

Año nuevo, nuevos homicidios

El plan de choque contra la delicuencia se estrena con cinco crímenes violentos a lo largo del mes de enero

La secuencia de criminalidad en la Comunidad Valenciana se ha iniciado en 2003 con la misma intensidad que lo hiciera en enero del pasado año. El plan de choque contra la delincuencia no se traduce en un descenso de las muertes violentas, que fueron cuatro en enero de 2002 y cinco este año. Esta cifra puede aún incrementarse cuando el juzgado se pronuncie tras las investigaciones de la muerte de una mujer de 30 años y de origen brasileño en la bañera de su casa en el barrio de la Malvarrosa, en Valencia.

La lista de crímenes se inicia este año el pasado día 13, en Torrevieja. Un hombre de 30 años y nacionalidad lituana muere tras ser apuñalado por un compatriota en una aparente riña por tráfico, aunque la policía sospecha que hay otras razones. El crimen se produjo en una zona de copas, escenario de varias reyertas con trágico final en algunas de las poblaciones más importantes de la costa alicantina. Una zona sobre la cual la policía anunció especial vigilancia a mediados del año pasado, cuando se presentó el plan, y, sin embargo, acumula el mayor volumen de acciones violentas con impunidad.

El 18 de enero se conoció la muerte de un hombre de 57 años, en su casa, después de haber recibido una brutal paliza de un amigo, de 59 años, con el que discutió en un bar de Valencia y en cuyo enfrentamiento recibió un fuerte golpe en la cabeza. La madre de la víctima descubrió el cuerpo sin vida de su hijo, en la cama. La policía detuvo al supuesto autor del crimen dos días después.

El 25 de enero, cuando los bomberos acudieron a sofocar las llamas de un vehículo que ardía en las proximidades de Mercavalencia, en Camí d'Anouers, descubre en el interior del maletero un cadáver calcinado. Días después, la policía informa de que la víctima no murió a consecuencia del fuego sino que presentaba un tiro en la cabeza. Los investigadores barajan un ajuste de cuentas por entre traficantes de droga. El autor de los hechos aún no ha sido detenido.

Un día después, el 26, la policía encuentra el cuerpo sin vida y semidesnudo de un hombre de 71 años en la pedanía La Mata, cerca de Torrevieja. La víctima tenía la cara destrozada, recibió una brutal paliza, no portaba documentación (aunque ahora se sabe que se trataba de un hombre natural de Yecla, Murcia) y los primeros indicios hacen sospechar a la policía que el suceso no tuvo su origen en un robo.

Tarjetas telefónicas

Y cuando aún no se había arrojado luz sobre las circunstancias del crimen de La Mata, la policía local de Alboraia, Valencia, encuentra acuchillado y sobre un charco de sangre a un hombre de 57 años, Joaquín A.L., de nacionalidad colombiana, vendedor de tarjetas telefónicas. Su casa estaba revuelta. El último contacto con los amigos fue cinco días antes de que encontraran su cuerpo. No hay ningún detenido.

La Delegación de Gobierno, a falta de que se despeje que la muerte de la mujer brasileña en la bañera de su casa fue natural o no y de que se aclaren las circunstancias en las que falleció un joven marroquí en Llucena del Cid al caer por un barranco supuestamente después de haber sido agredido, junto a otros compañeros, por un grupo de jóvenes del municipio, señala que son cinco las víctimas por homicidio o asesinato en enero de 2003. En 2002, fueron cuatro: una en zona de la Policía Nacional y tres en la de la Guardia Civil (una en Valencia y dos en Alicante).

La memoria de crímenes en territorio valenciano en enero del pasado año se inició con el asesinato de una joven de 20 años en La Vila-Joiosa (Alicante). El supuesto autor de los hechos, su compañero sentimental, de 21 años, se suicidó. Siguió a ese suceso la muerte a tiros en Rojales, también en Alicante, de un súbdito ruso con antecedentes penales y que antes de fallecer fue sometido a crueles torturas. Fue una venganza. No hay ningún detenido. Pocos días después, el cadáver de un joven colombiano fue encontrado en el cauce del río Túria, en Valencia, con un disparo en la nuca. Tampoco hay ningún detenido. Y, en las mismas fechas, un joven de nacionalidad armenia murió acribillado a balazos en la puerta de su casa, en Manises, por compatriotas conocidos de la familia. El autor de los hechos fue identificado. La entonces delegada del Gobierno, Carmen Mas, anunció en varias ocasiones que la detención era cuestión de días. El supuesto asesino huyó a hacía algún país centroeuropeo y aún hoy, un año después, nada se sabe de él.

Según fuentes del Sindicato Unificado de Policía (SUP), la criminalidad no desciende en la Comunidad Valenciana. Y es previsible que aumente por dos motivos fundamentales: por los asentamientos de bandas organizadas en cuyo código de comportamiento está fijado el ajuste de cuentas con la vida como precio y porque los efectivos en persecución e investigación se han visto seriamente afectados tras las remodelaciones del pasado año.

Escasos efectivos

Según las mismas fuentes, los efectivos policiales han sido destinados desde la primavera del pasado año a salir más a la calle en persecución del pequeño delincuente y muchos agentes compaginan esa responsabilidad con la de investigar, lo mismo que ocurrió con la lucha contra el tráfico de drogas. Fuentes del SUP y otros dos sindicatos señalan que aún están pendientes algunas de las detenciones de sonados episodios violentos del pasado año, pero que los recursos no alcanzan a todas las actuaciones, y el aumento de muertes violentas entre extranjeros complica mucho las pesquisas.

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