Las joyas de la reina de Saba
La reina de Saba oyó hablar a Tamrin, jefe de sus caravanas y dueño de 73 embarcaciones y 787 camellos, de un rey famoso por su sabiduría y equidad en el gobierno, que estaba construyendo un grandioso templo en Jerusalén. Tamrin, que había viajado tan lejos como hasta la India, no dejaba de alabar a Salomón y día a día la reina sabea le pedía nuevas historias de este hombre admirable. Ella, apreciada también por su inteligencia y belleza, decidió emprender un difícil viaje de seis meses a través del desierto, cargada de valiosos regalos, para encontrarse con él. Las leyendas difieren en cuanto a sus propósitos, unas dicen que fue para enfrentarlo a un reto intelectual, como iguales, otras que el deseo y la admiración empujaron a esta reina virgen hacia un rey tan rico y poderoso como ella.
El país de la reina de Saba. Tesoros del antiguo Yemen
Centro Cultural Conde Duque. Conde Duque, 11. Madrid. Del 10 de febrero al 9 de marzo.
Las historias en torno a la reina de Saba, abundantes en fantásticos detalles, han dejado pocos restos históricos comprobables
Llamada Bilquis, Astarté o Makeda, según las tradiciones yemení, fenicia o etíope, la mítica reina de Saba ha persistido en la memoria de la humanidad pese a las dudas sobre su existencia. La Biblia, el Corán y el Kebra Nagast, el sagrado libro etíope, citan su célebre encuentro con el rey Salomón, hace unos tres mil años. Desde entonces pintores (de Piero de la Francesca a Tintoretto) o escritores de diversas culturas han fantaseado con esos episodios y hasta el cine ha alimentado el mito. King Vidor rodó en 1959 Salomón y la reina de Saba en España, su última película, con Yul Brynner y Gina Lollobrigida.
El reino preislámico de Saba estuvo en territorio de la actual República de Yemen, país de una extensión ligeramente mayor a la de España, que limita al norte con Arabia Saudí y al oeste con Omán, la amplia costa del sur da al océano Índico y la del este al mar Rojo. Saba fue un país rico, con avanzadas técnicas de irrigación (todavía se alzan los restos de la presa de Marib, de más de un milenio antes de Cristo), floridos jardines, agricultura desarrollada (en esa época el clima era más húmedo), abundancia de incienso y especias diversas, así como oro y piedras preciosas que provenían de otros pequeños reinos cercanos. De ahí partió la Ruta del Incienso, a lo largo del mar Rojo, fue intermediaria comercial durante más de mil años entre el Lejano Oriente y el área mediterránea.
Salomón también había oído hablar de la reina de Saba, según el Corán y la tradición musulmana. Un ave, la abubilla, le trae noticias de esta reina bella, joven, poderosa, rica y sabia también, aunque queda advertido de un defecto: la abundante pilosidad de sus piernas. Al llegar ella al palacio de Jerusalén, el rey la hace entrar en una habitación con suelo de cristal que simula ser el agua de un estanque. La reina se alza instintivamente las faldas y se confirma el rumor. Pero Salomón hizo fabricar un ungüento depilatorio de cal apagada y cenizas, con el que se remedió el problema.
Bilquis permaneció varios meses junto a él, un tiempo en el que ella le propuso una serie de acertijos y, en todo caso, tuvieron tiempo de sostener largas conversaciones. Las leyendas dicen que al final de la estancia engendraron un hijo, Menelik, que ella decidió tener en su propio reino, lejos de él. Después de su partida, se cuenta que Salomón tomó por esposas a 700 mujeres, además de 300 concubinas con las que intentó consolarse. Más de veinte años después, Menelik se presentó ante su padre que lo reconoció en el acto por el parecido que tenía con él y lo consideró su heredero. Ungido en Israel rey de Etiopía, el joven volvió a sus tierras no sin antes apoderarse del Arca de la Alianza. Menelik I es considerado fundador del reino de Etiopía, dinastía que se prolongó hasta Haile Selasie.
Las historias en torno a la reina de Saba, abundantes en fantásticos detalles, han dejado pocos restos históricos comprobables. Aunque en los últimos años han avanzado las excavaciones arqueológicas en un complejo de templos conocido como Mahram Bilquis, a unos 130 kilómetros de Sanaá, la capital de Yemen, muy cerca de la antigua ciudad de Marib. Entre los restos del templo dedicado a la luna, sólo se alzan una serie de elevadas columnas que no llegan a dar idea de las dimensiones o forma del edificio. El equipo internacional de arqueólogos considera que es allí donde vivió la legendaria reina, pero las investigaciones van bastante lentas en un país que ahora resulta peligroso para un extranjero, especialmente si es norteamericano.
Y es que Yemen es el lugar de donde proviene la familia de Osama Bin Laden. Una circunstancia que se respira en cualquier parte del país, especialmente en la zona del Hadramut y el Wadi Doan donde se pueden encontrar letreros de la constructora de caminos Bin Laden, perteneciente a sus parientes cercanos. En un viaje a través de los sitios arqueológicos e históricos de Yemen, hace dos meses, eran pocos los indicios que remitían a la romántica historia de la reina de Saba y menos al lujo de sus ropajes o a la independencia de su pensamiento y acción. Las yemeníes actuales van cubiertas de pies a cabeza por velos negros, incluso con guantes de ese color, y no se permiten siquiera hablar con los extranjeros, al menos públicamente. Siendo un país islámico, sin embargo, son más tolerantes que algunos otros de sus vecinos con las costumbres de los foráneos.
Aun así, Yemen es un país encerrado que preserva, por eso mismo, un fuerte carácter original, sobre todo en su arquitectura. Las famosas torres-vivienda se alzan en el desierto como islas de rascacielos desde hace siglos. Construidas con adobe con las mismas técnicas de sus antepasados, guardan el embrujo de un lugar ajeno a los tiempos modernos. Se las encuentra casi en todo el territorio yemení, con algunas variantes según la zona.
Hasta ahora y por las circunstancias históricas y políticas que han pasado, Yemen no ha sido un país que haya protegido demasiado su patrimonio histórico y cultural. Son escasos los museos y es frecuente el saqueo y contrabando de antigüedades. Ahora se están haciendo esfuerzos por recuperar los valiosos testimonios de su pasado y se está construyendo en Sanaá una nueva sede amplia y moderna para el museo nacional. Mientras eso sucede, la exposición que recorre el mundo lleva muchas de sus piezas más importantes y cumple la labor de hacerle un lugar entre las culturas orientales. Porque Yemen es un país casi desconocido. De hecho, la más cercana referencia que se tiene de él es la leyenda de la reina de Saba.
Las cerca de 160 piezas que se exhibirán en la exposición El país de la reina de Saba. Tesoros del antiguo Yemen, en el Centro Cultural Conde Duque de Madrid -hubo una exposición en A Coruña en 2001 con parte de éstas- van desde el paleolítico y neolítico, pasando por la edad del bronce hasta la época de los reinos surarábigos (Ma'in, Saba', Qataban, Hadramut, Himyar) entre el año 1200 antes de Cristo y el siglo VI. La muestra incluye utensilios de piedra y vidrio, objetos de cerámica y alabastro, estelas funerarias, placas epigráficas, exvotos, monedas, espadas de bronce y aderezos femeninos, entre otros.
Se trata de una muestra que viene después de haberse exhibido en el British Museum de Londres hasta octubre pasado, en una gira que comenzó en París en 1997 con más de 100.000 visitantes, para ir luego a Viena, Múnich, Roma y Turín, donde permaneció abierta nueve meses.
"Pienso que la muestra que se exhibirá en Madrid es la más completa de todas las que se han presentado hasta ahora porque a lo largo del recorrido se han ido aumentando piezas y seleccionando las mejores entre ellas", explica Felipe Maíllo, profesor de árabe en la Universidad de Salamanca y supervisor científico de esta exposición. "Hay desde delicadísimos y minúsculos objetos de cristal hasta la magnífica estela de Abraha -de donde viene el nombre de Abraham-, que pesa más de una tonelada".
Aunque Maíllo da poco crédito
a la leyenda de la reina de Saba, destaca la importancia de las culturas surarábigas. "Es ahí donde realmente hubo mayor desarrollo, donde gobernaron con sus propias leyes. La del Yemen fue siempre una civilización aparte dentro del mundo árabe, apreciada incluso por Mahoma, que se alegró en vida de que su fe se propagara entre ellos. Ahí funcionó el matriarcado y la mujer sigue teniendo cierto poder. La moda de ir cubiertas es algo reciente, importado del norte y se usa principalmente en las ciudades", comenta Maíllo.
Paralelamente a la exposición en Madrid se desarrollarán una serie de actividades complementarias, como un ciclo de cine con películas realizadas por cineastas yemeníes y también de directores occidentales que rodaron en Yemen como René Clement (Arabie interdite, 1937) o Pier Paolo Pasolini (Las mil y una noches, 1973-1974). Habrá además una exposición con fotografías de Yemen, realizadas en los últimos cincuenta años, un ciclo de conferencias y una degustación del famoso café de Moka -puerto yemení en el mar Rojo, desde donde se empezó a exportar el café a Europa y después a Brasil- también ligado a la leyenda de la reina de Saba porque fue supuestamente durante ese periodo cuando se empezó a sembrar esa planta, aunque sólo muchos siglos después fue elaborada como bebida aromática y estimulante.
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