El petróleo es el motivo de Estados Unidos para la guerra
En todo el mundo la gente se pregunta por los motivos de la Administración de Bush para amenazar con declarar la guerra a Irak. Las autoridades han ofrecido una serie de justificaciones, aunque con un énfasis bastante insistente en la eliminación de armas de destrucción masiva. El subsecretario de Defensa, Paul Wolfowitz, habla de convertir a Irak en "la primera democracia árabe". Otros argumentan que las políticas de agresión contra Irak podrían acabar derrocando a los gobiernos autocráticos de Oriente Próximo de la misma forma que la Administración de Reagan acabó con el "imperio del mal" soviético.
Un tema más productivo que preguntarse los motivos estadounidenses es el de cómo actuará Estados Unidos cuando empiece la guerra. Y aquí no tenemos que suponer las diferentes razones. No hay más que examinar el historial de Estados Unidos. A lo largo del siglo XX, la autodeterminación, la democracia y la reforma económica árabe siempre han ocupado un segundo plano con respecto al petróleo. Cuando los ingleses engañaron a los terratenientes árabes para que lucharan por el Imperio Británico en la Primera Guerra Mundial, los árabes no fueron recompensados con la soberanía al final del conflicto, sino con un prolongado feudalismo inglés y francés.
Cada vez que la democracia auténtica en Oriente Próximo amenazaba el control norteamericano de las reservas de petróleo, se abandonaba la democracia. Pensemos en el golpe contra el primer ministro iraní Mussadegh respaldado por la CIA. En 1951, Mussadegh nacionalizó la industria petrolífera iraní, lo que provocó un boicoteo británico al año siguiente y, a renglón seguido, una intervención apoyada por Estados Unidos (que derrocó y envió a prisión al popular primer ministro) en 1953.
Otro caso igualmente instructivo es el apoyo otorgado por Occidente a la intervención militar en Argelia después de que las elecciones a principios de 1992 amenazaran con llevar al poder al Frente Islámico de Salvación (FIS). Cuando el FIS parecía a punto de alcanzar la victoria, el Ejército argelino se interpuso. Los Gobiernos occidentales, con Francia a la cabeza pero respaldados por Estados Unidos, proporcionaron apoyo económico y moral a los generales argelinos.
El comportamiento de Estados Unidos en la antigua Asia Central soviética es igualmente revelador. Muchos miembros de la Administración de Bush señalan que su labor en esa región es una muestra de la reforma que realizarán en Oriente Próximo. Pero la democracia no tiene nada que ver con la política seguida por Estados Unidos en Asia Central, en la que las empresas petrolíferas y los diplomáticos estadounidenses no dejan de ponerse la zancadilla, unos a otros, en la firma de acuerdos con los despóticos Kazajstán, Turkmenistán y Uzbekistán.
Los documentos clave escritos por y para la Administración de Bush antes del 11 de septiembre, cuando Oriente Próximo estaba mucho menos contagiado de los miedos actuales, nos ayudan a hacernos una idea de la política que seguirá Estados Unidos en el Irak de posguerra. Probablemente el documento más interesante sea Retos estratégicos para la política energética del siglo XXI, un estudio desarrollado por el James Baker III Institute for Public Policy, dependiente de la Rice University de Tejas, y el Consejo de Relaciones Internacionales.
En este informe se dejan claros dos puntos. El primero es que Irak es esencial para el suministro de petróleo desde Oriente Próximo, ya que alberga las segundas mayores reservas del mundo. Por razones de seguridad económica, EE UU necesita el petróleo iraquí, pero por razones de seguridad militar EE UU no puede permitir que Sadam Husein desarrolle el petróleo. Por tanto, EE UU necesita un nuevo régimen en Irak para su seguridad energética. La democracia no se menciona por ninguna parte en el informe.
Este documento también nos da una idea de las preocupaciones de altos cargos como el vicepresidente, Dick Cheney, y el secretario de Defensa, Donald Rumsfeld, que entraron en el equipo de gobierno en 1974 con el presidente Gerald Ford, una Administración maldita por el embargo del petróleo árabe que había comenzado el año anterior. El informe Retos estratégicos para la política energética destaca la amenaza que supondría un trastorno similar hoy día. Sea cual sea el verdadero motivo de la Administración de Bush para declarar la guerra a Oriente Próximo, es probable que la primera víctima sea el apoyo de Estados Unidos a la democracia real.
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