La comunidad educativa desafía al Gobierno francés con una huelga general
Más de 40.000 personas se manifiestan contra los recortes presupuestarios en educación
La enseñanza pública francesa vivió ayer una jornada de huelga general. Más de la mitad de los profesores y otros trabajadores de escuelas e institutos pararon y 40.000 de ellos se manifestaron por las calles de París, Marsella y Lyón, entre otras ciudades. Los sindicatos convocantes no pueden atribuirse un gran triunfo, pero el Gobierno ha de analizar con inquietud cómo la protesta crece: el 17 de octubre hubo un primer amago de huelga, y el 8 de diciembre los manifestantes apenas llegaron a 25.000. La protesta rechaza los progresivos recortes presupuestarios en educación.
La educación, pese a seguir siendo una de las mayores partidas presupuestarias del Estado, pierde peso: en 1993, tras dos septenios presididos por el socialista Mitterrand, representaba el 7,4% del Producto Interior Bruto (PIB), mientras que ahora, cuando Chirac comienza su segundo mandato, apenas alcanza el 7%. "En Suecia, Noruega o Dinamarca consagran el 9,5% a la enseñanza", claman los sindicatos. El ministro de Enseñanza, Luc Ferry, y su adjunto, Xavier Darcos, ven las cosas de otro modo y resaltan que hoy, "por razones estrictamente demográficas", hay menos jóvenes que lleguen a la enseñanza secundaria y superior.
En septiembre de 2002, Darcos se declaró dispuesto a suprimir 26.000 puestos de vigilantes y de profesores-ayudantes. Ferry, inmediatamente, rectificaba el tiro y dijo que la supresión se vería parcialmente compensada con 11.000 nuevas plazas de profesores-asistentes. La cantidad no pareció suficiente y esta semana Ferry habla ya de 16.000.
Pero las promesas, por bien intencionadas que sean, no siempre van seguidas de actos. El malestar de los profesores (la abstención de buena parte, se dice, costó a Jospin quedar eliminado en la carrera a la presidencia de la República) también se concreta en el cierre, por 15 días, de la universidad parisina de Orsay "porque no disponemos de presupuesto para calefacción o para agua". En Toulouse, otra universidad, la Paul Sabatier, amenaza con un cierre indeterminado a partir del 3 de febrero "por tener un presupuesto muy inferior a nuestras necesidades".
Además, los sindicatos son muy suspicaces y temen que de las 30.000 plazas de profesor a concurso, la mayoría sean para contratos a plazo fijo y, sobre todo, para cubrir plazas para las que apenas hay demanda. Y el ministro adjunto no ha dejado de echar gasolina al fuego, al declarar el pasado lunes que "ser profesor es estar dispuesto a afrontar los alumnos tal como son, pues de lo contrario hay que cambiar de oficio". Darcos zanjaba así la opinión que le merecía la huelga que, desde hace tres semanas, mantienen los profesores de un instituto de formación profesional cerca de París, que reclaman más vigilancia después de que uno de los enseñantes fuera apuñalado por una alumna. Por vez primera desde las elecciones legislativas de junio, la izquierda puede enarbolar la bandera de la seguridad ante un Gobierno que hizo del despliegue policial su principal arma electoral.
![Un manifestante asoma tras una pancarta en Toulouse ayer en la manifestación de apoyo a la huelga general.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/2DSPVR7AHSWX6HYS2ABOF5A6BU.jpg?auth=cc43701c786638bdef18fce0bb4335bd628e18f1895202447b18d7082065d25e&width=414)
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