La ESA reconoce la gravedad de la crisis abierta por el fallo del nuevo Ariane 5
El último accidente de un cohete europeo Ariane 5, acaecido en diciembre al fallar la refrigeración del motor principal, es un revés más serio que los anteriores, debido a la mala coyuntura económica europea. Así lo aseguró ayer el director general de la Agencia Europea del Espacio (ESA), Antonio Rodotà, al presentar en Bruselas el Libro Verde sobre la política espacial europea, una especie de gran debate en el que definir el futuro de la UE en este terreno. Una línea a seguir es la ya iniciada, como explicó Rodotà, de abrir una amplia colaboración con los rusos.
"Harán falta tres años de inversión sostenida en el programa Ariane 5 para poder resolver de forma total el problema y para recuperar la confianza de nuestros clientes y de los países miembros; espero que el fallo no cuestione nuestra competencia técnica, porque no creo que sea la causa del accidente", dijo ayer Rodotà en el planetario de Bruselas, uno de los más antiguos de Europa.
El nuevo modelo del cohete europeo Ariane 5 10 toneladas falló el pasado 11 de diciembre en su primer lanzamiento lo que ha provocado una grave crisis y el retraso de un Ariane 5 aún más potente. Rodotà explicó que, en paralelo, se está negociando con la Agencia Espacial Rusa para iniciar una colaboración técnica, que incluiría poder utilizar el sistema de lanzadores Soyuz y la base de Baikonur.
Galileo
El último programa Ariane 5 no es el único quebradero de cabeza de la ESA y de su socio principal: la Comisión Europea. Además del retraso que sufre el proyecto Galileo de establecer un sistema global de localización y navegación por satélite independiente del GPS americano, el principal escollo de la política espacial europea es el presupuesto. El dato es revelador: frente a la inversión media europea que ronda los 6.000 millones de euros anuales emerge la aplastante cifra estadounidense de 35.000 millones de euros.
¿Puede Europa ser independiente en este terreno con una inversión tan corta o está abocada a limitar su papel al de socio más o menos importante para proyectos en común? Tanto Rodotà como el comisario de Investigación, Philippe Busquin, creen que Europa puede jugar un mayor papel a nivel mundial, pero que para ello los gobiernos deben ser más conscientes de la importancia de fomentar la investigación espacial para poder tener una política espacial propia con fuerza para negociar a nivel internacional. "El proyecto Galileo es un ejemplo de cómo a veces Europa es incapaz de demostrar una cierta coherencia", dijo Rodotà. "Nuestra inversión supone el 15% del total mundial", dice Busquin. "Ésa es, de momento, la proporción de nuestra independencia". Busquin señaló que Europa reclama más seguridad, lo que necesita, a su vez, el desarrollo de nuevas tecnologías espaciales. El Libro Verde intenta lanzar el debate, abierto hasta el 30 de mayo, que dé paso a un Libro Blanco sobre la política espacial.
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