El espíritu de Nueva York se desvanece en Davos
Frente a la reunión de 2002, atenta a la agenda social, la seguridad y la primacía de EE UU dominan la agenda de este año
Un año atrás, en homenaje a Nueva York, el Foro de Davos se trasladó a la Gran Manzana. Allí, en los rescoldos del 11 de septiembre, se lanzó una agenda que buscaba no sólo luchar contra el terrorismo, sino contra sus causas. Era la agenda que incorporaba las cuestiones que han alimentado la llamada ira global provocada por los problemas de exclusión, ya sea de ingresos y riqueza, sanidad, educación o influencia. De vuelta a Davos, lo que se ha impuesto en esta 31ª edición del Foro Económico Mundial es lo que ayer David Held, teórico británico de la gobernanza global, llama la "agenda de Washington", que es esencialmente la de la fuerza militar de Estados Unidos.
En los primeros debates ha quedado patente el aislamiento de la superpotencia, cuya política defienden también responsables de la Administración de Clinton, como Strobe Talbott, ex número dos del Departamento de Estado norteamericano.
En los primeros debates ha quedado patente el aislamiento de Estados Unidos
Ante la guerra de Irak, la visión del papel de Naciones Unidas es muy diferente. Los europeos no aceptan que lo que se le pida al Consejo de Seguridad de la ONU sea simplemente aprobar la política de Estados Unidos. Y si hace un año casi todo el mundo estaba de acuerdo en, o toleraba como prefiere decir Talbott, que EE UU tenía derecho a atacar Afganistán en respuesta al 11-S, el caso de Irak es completamente diferente. El nivel de tolerancia hacia el reconocimiento de EE UU como "el jefe", según Talbott, ha bajado ahora cuando del 11-S se ha pasado a Irak.
Davos, dominado por la incertidumbre, cuando no el miedo, y la desconfianza en las instituciones y los líderes -un clima que ha llevado a suspender la tradicional cena de gala-, gira en torno a la crisis de Irak y la cuestión de la primacía de Estados Unidos. La desigualdad en la influencia no es sólo una cuestión Norte-Sur, sino también Norte-Norte. En este foro de dominio de la agenda de seguridad, cuando se habla de gobernanza global se está hablando del desenfrenado poderío de EE UU, muy presente en esta edición aunque, hasta ahora -faltan el secretario de Estado, Colin Powell; el fiscal general, John Ashcroft, y el propio Bill Clinton- más bien a la defensiva.
Y si algo refleja las preocupaciones de organizadores y participantes es la cantidad de reuniones dedicadas al terrorismo y al islam, que se llenan antes de empezar.
También por su activismo y nivel de presencia quedan de manifiesto los países que quieren contrarrestar una mala imagen como Arabia Saudí, o una zona como Asia Oriental, que teme convertirse en el siguiente hombre de paja tras el islam, según el profesor malayo Sundaram.
El muy aplaudido primer ministro de Malaisia, Mahatir Bin Mohamad, criticó que "con la falta de confianza y el mal gobierno hemos hecho un lío de este mundo". Incluso comparó la actual situación -de "locura de ambas partes"-, del terrorismo y el antiterrorismo, a una "Tercera Guerra Mundial" que nadie ganará, si no se atacan las causas de los terrorrismos. Pero en este Davos se habla ya no tanto de las causas como de las consecuencias.
Aparte de Mahatir o representantes de organizaciones no gubernamentales como Human Rights Watch, de la vieja agenda aún se encargan algunos como Bill Gates y su fundación para llevar medicamentos al Tercer Mundo, y el propio Foro de Davos ha hecho un gran esfuerzo, con la iniciativa de crear un consejo de 100 líderes religiosos, políticos, economistas y otros para el diálogo entre Occidente y el islam.
Quizás tenga razón David Held cuando considera que si la agenda de la seguridad se está imponiendo es porque los movimientos antiglobalización han perdido fuerza "como movimiento global", para imponer sus propios temas de solidaridad global, justo cuando la globalización, pese a Porto Alegre, está en retroceso y, desde luego, no tira cohetes tras la crisis de la gobernanza empresarial que se empezó a poner de relieve con el caso Enron o el actual estancamiento económico en buena parte del mundo (China e India excluidas, quizás la razón por la que están en un segundo plano en este Davos).
Todo ello a pesar de que una de las estrellas de este foro de Davos sea Luiz Inácio Lula da Silva, el flamante presidente de Brasil, quizás porque haya entendido que el idealismo tiene que ir de la mano del realismo. ¿Se lulalizará Davos o se davosizará Lula?
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