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Reportaje:

Un año infiltrado en la peña radical 'ultrasur'

Un periodista se hizo pasar por el neonazi Tiger88 y vivió con los hinchas madridistas sus acciones violentas

Mábel Galaz

Parapetado tras una identidad falsa, construyó el personaje Tiger88 y se camufló como un skinhead en el movimiento neonazi español durante un año. Ahora, también bajo una identidad falsa, Antonio Salas cuenta en el libro Diario de un skin (Temas de Hoy) cómo funciona este grupo, al que relaciona con la peña madridista ultrasur.

El verdadero motor del movimiento del skinhead, según Salas, es el odio. "Odio contra los negros, los judíos o los moros. Odio contra las prostitutas, los homosexuales y los travestidos. Odio contra los burgueses, los capitalistas y los progresistas. Odio contra casi todo lo que no sean ellos mismos", explica.

"Dicen que para conocer a un objetivo lo mejor es acudir a sus enemigos. Por eso, me dirigí a asociaciones antixenófobas, como el Movimiento contra la Intolerancia, estamentos policiales como el Grupo de Tribus Urbanas del Cuerpo Nacional de Policía y hasta a servicios secretos israelíes como el Mosad", cuenta Antonio Salas. En esta ronda para recabar información logró el apoyo de Esteban Ibarra, presidente del Movimiento contra la Intoleracia, y de algunos policías destinados a investigar y controlar a estos grupos para su proyecto

"La tarde en que ese policía me previno, ellos estaban esperando para darme una paliza"
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"Luego, durante tres meses me concentré en leer sus libros y en sus fanzines y revistas. Y, cada noche antes de irme a dormir releía Mi lucha, de Adolf Hitler. También decoré mi apartamento con banderas nazis y cruces gamadas. Mi propia casa se convirtió en un auténtico templo al Führer", añade.

En esta tarea de inflitrarse en el grupo violento, Antonio Salas pasó muchas horas navegando por las páginas web. Meses después, Tiger88 era ya un camarada conocido y apreciado en las páginas neonazis de la red. Su primera aparición fue en Barcelona en la librería Europa, donde se citó con Rommel, cuyo verdadero nombre es Jordi P. "No tuve ningún problema en identificarlo. Su cráneo rapado casi al cero, sus anchas patillas y su cazadora bomber eran más elocuentes que una tarjeta de visita. Luego supe que Rommel proviene de una buena familia barcelonesa, ultraconservadora, ultrafranquista, y que es estudiante en la Universidad y coleccionista de objetos militares alemanes de la Segunda Guerra Mundial", recuerda.

Rommel puso en contacto a Tiger88 con Wafen, un joven ultrasur con el que se citó en la cervecería El Refugio, ubicada a pocos metros del estadio Santiago Bernabéu.

"El local resultó ser un refugio para los cachorros de ultrasur", cuenta Antonio Salas. "Conecté una cámara oculta antes de entrar, y lo primero que grabé fue a un grupo de skinheads canturreando: 'Seis millones de judíos a la cámara de gas, seis millones más, seis millones más".

Tiger88 se infiltró a partir de ese momento en ultrasur, y los hinchas de este grupo radical, a modo de iniciación, le relataron todas sus acciones violentas y la manera de relacionarse con los directivos del Real Madrid y con algunos jugadores.

El libro también aporta datos que vinculan el movimiento neonazi con la peña madridista ultrasur, algo que en muchas ocasiones han negado tanto los dirigentes de los clubes deportivos como la policía.

Antonio Salas recoge el testimonio de uno de los líderes de ultrasur. Uno de ellos, Álvaro C. R., asegura que muchos de los ultrasur pertenecen a Hammerskin, una de las facciones del movimiento neonazi. De hecho, las páginas web de los neonazis hammerskin y la de los ultrasur están hermanadas. Y, según Antonio Salas, están diseñadas y programadas por la misma persona.

El libro describe la vinculación entre los clubes de fútbol y los ultras y la "guerra psicológica" que estos grupos practican en los estadios para captar nuevos miembros y donde despliegan todos sus rituales. Es ahí, en el campo, donde demuestran que existen.

Durante un año, Tiger88 comprobó cómo el Real Madrid cedía entradas a uno de los líderes de ultrasur, José Luis Ochaíta, Ocha, que éste posteriormente comercializaba. También comprobó cómo los hinchas violentos del Real Madrid disponían de un almacén en los bajos del estadio Santiago Bernabéu, en el que se reunían y guardaban las pancartas que luego desplegaban en la grada del fondo sur.

Tras un año infiltrado, Tigger88 fue descubierto. "Cada domingo, un reducido puñado de policías del Grupo de Violencia en el Deporte, perteneciente a la Brigada Provincial de Información de Madrid, continúa siendo la última línea de defensa contra la violencia ultrasur", cuenta Antonio Salas. "Apenas una decena de agentes contra más de mil hinchas radicales. A uno de ellos, propuesto para recibir una medalla en el 2002 por su trabajo con relación a este grupo violento, quizá le debo la vida.

Él me advirtió de que un responsable de las actividades de estos grupos, José Manuel A., podría haber alertado a los ultrasur sobre la existencia de un periodista infiltrado que llevaba meses grabándoles con una cámara oculta. La tarde en que ese policía me previno de ese supuesto chivatazo, los ultras estaban esperándome para darme una paliza mortal", añade.

Los ultrasur buscan ahora a Tiger88, o a Antonio Salas, nombres bajo los que se oculta un periodista que durante un año simuló ser uno de los suyos para luego contarlo.

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Sobre la firma

Mábel Galaz
Fue la primera mujer en pertenecer a la sección de Deportes de EL PAÍS. Luego hizo información de Madrid y Cultura. Impulsó la creación de las páginas de Gente y Estilo. Ha colaborado con varias cadenas de televisión y con la Cadena Ser. Ahora escribe en El País Semanal.

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