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"Cierren todas las puertas y ventanas"

30.000 vecinos de 7 pueblos de La Ribera, en alerta por el fuego de una fábrica de plásticos

"Atención, se recomienda que cierren todas las puertas y ventanas por el humo del incendio". El mensaje de alerta recorrió ayer las calles de siete pueblos de La Ribera. 30.000 vecinos se vieron atrapados por una columna de humo negro de un kilómetro y medio que durante ocho horas cubrió la comarca mientras quedaban convertidas en cenizas las tres naves de una fábrica de plástico en Manuel. La gente corría, llamaba para avisar que no podría ir a trabajar y, en el caso de los pequeños, volvía sobre sus pasos al leer en el colegio: "Per ordre de la policía, avui no hi ha escola".

"¡Policía! ¡Oiga! ¿Qué dice? Es que yo soy asmática, ¿qué tengo que hacer?". Francisca Gadea, vecina de Carcaixent, iba tras la unidad de la policía que lanzaba la alerta pasadas las 8.30. "¡Ay!, qué miedo, ya lo hemos dicho hace un rato: olía a plástico muchísimo, pero claro, no se veía demasiado". Entró en casa con su hija Laura, a la que fue a buscar después de que saliera hacia el colegio, y cerró a cal y canto puertas y ventanas. Como ella, el resto de vecinos de Carcaixent, Manuel, La Pobla Llarga, Vilanova de Castelló, Rafelguaraf, L'Ènova y Sant Joan de l'Ènova, donde los vecinos, presa del pánico, llegaron a colocar toallas y trapos mojados en las juntas de las puertas, de las ventanas y de las rejas. Bastaba con levantar la vista hacia el cielo para contemplar la nube que desde las cuatro de la madrugada salía de la empresa de plásticos Cello-Fix, en Manuel. Lo fue hasta el mediodía, cuando de la fábrica familiar de más de 3.500 metros cuadrados apenas quedaba en pie la sala de reuniones.

"Más vale prevenir, todo el mundo dentro de sus casas", repetía el alcalde de Manuel, Salvador Alberola. Y mientras la mayoría se atrincheraba en casa y avisaba de que no podría ir a trabajar, en la entrada de los colegios se colgaba el anuncio de que las clases quedaban suspendidas. "Hemos avisado a los padres de los niños que aún no han llegado para que no los traigan y a los que han venido les hemos dicho que se vuelvan sin entretenerse", afirmó Carmen Alós, directora de uno de los centros públicos de enseñanza en los que ayer se vivieron escenas de mucha tensión. "La gente se asusta al ver circular a la policía por la calle, hablando por el megáfono. Y este olor a plástico es tan denso que te inquieta, que no puedes dejar de pensar si será o no será tóxico", agregó.

Lo peor fue para los niños y niñas que realizaban el trayecto al colegio en los autobuses de ruta habitual desde Alzira y municipios próximos, como los que trasladan escolares al centro de La Barraca d'Aigües Vives, en La Pobla Llarga, y que quedaron atrapados en espera de que sus padres vinieran a por ellos. "¡Menudo susto! Además, para llegar hasta aquí he tardado mucho. Hay un par de vías cortadas, y ves tan encima la nube, que...", explicó María Ferrer, que acudió a recoger a su hijo pasadas las 9.00.

Cuando la alerta ya había conseguido inmovilizar a la población, los técnicos, tras analizar muestras del humo, confirmaron que no era tóxico, salvo que alguien se sometiera a una gran exposición, según fuentes de la Delegación de Gobierno y del Centre de Coordinació d'Emergències, lo que explica que la Generalitat no activara plan alguno de emergencia aunque sí alertara de forma preventiva -como señala el protocolo- a los distintos ayuntamientos y estableciera un Puesto de Mando Avanzado (PMA) en el lugar del suceso para coordinar a los distintos efectivos de intervención desplazados, entre otros 12 vehículos de bomberos de los parques de Alzira, Xàtiva, Torrent, Ontnyent y Cullera.

Sin embargo, disipado el riesgo de toxicidad tras el incendio de 700 toneladas de polietileno -un material altamente volátil que desprende en su combustión monóxido y dióxido de carbono, de fácil evaporación en la atmósfera pero que deja una especie de costra mientras se quema que impide que el agua traspase y empape el material que queda debajo- apareció el de la radiactividad. En el interior de la empresa, con medio siglo de historia y 40 trabajadores -dos de los cuales alertaron del incendio sobre las 4 de la madrugada de ayer y que intentaron sofocarlo con los medios de que disponían-, había una cápsula con kripton 85. Sin embargo, dos técnicos del Consejo de Seguridad Nuclear que acudieron al lugar de los hechos constataron que no existía riesgo alguno. Bomberos y expertos se quedaron en la empresa hasta las 12 del mediodía, hora en que levantó la alerta y los vecinos de las poblaciones volvían a la normalidad.

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La espesa columna de humo, en la mañana de ayer, sobre la comarca de La Ribera. En primer plano, la localidad de Manuel.
La espesa columna de humo, en la mañana de ayer, sobre la comarca de La Ribera. En primer plano, la localidad de Manuel.SANTIAGO CARREGUÍ

Cello-Fix usaba un gas de baja radiactividad

La empresa Cello-Fix fabricaba plásticos para embalaje, entre ellos cinta adhesiva. Para ello utilizaba polietileno, en pequeñas bolitas, y calibraba la densidad de los productos utilizando un dispositivo encapsulado que contenía kripton 85 -la cifra indica el peso atómico-, un gas noble, lo que significa entre otras cosas que no se mezcla con materia orgánica, no deja residuo y no impregna. El kripton 85 tenía una actividad de 100 milicurios -una medida de potencia de la fuente radiactiva muy pequeña, menor que la de una radiografía-. Así lo confirmaron ayer desde el Consejo de Seguridad Nuclear (CSN), que tenía constancia de su existencia y envió dos técnicos de la Generalitat -que no quiso facilitar ninguna información al respecto- y que confirmaron, después de hablar con los empleados, la existencia de kripton 85 en la fábrica. Según el CSN, el kripton 85 se encontraba blindado dentro de una máquina. La propia estructura que albergaba el gas se degenera a 180 grados centígrados, y a partir de ahí se funde. Como consecuencia de la alta temperatura registrada en el incendio, cercana a los 1.000 grados centígrados, los bomberos no pudieron siquiera localizar la cápsula, que en condiciones normales, si se pincha, simplemente libera el gas y no supone un peligro.

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