Rechazo a Jiménez de Parga por cuestionar la existencia de las nacionalidades históricas
Peticiones de dimisión del presidente del Constitucional desde Cataluña, País Vasco y Galicia
Hablar de nacionalidades históricas es "un error", porque no existen. Eso dijo ayer el presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga, y cosechó críticas no sólo de los nacionalistas vascos, catalanes y gallegos, sino también de los socialistas de estas comunidades. Las peticiones de dimisión llegaron desde todos los partidos -excepto el PP- de una de esas nacionalides : Cataluña. Incluso el ministro de Ciencia y Tecnología, Josep Piqué, juzgó "desafortunadas" las polémicas palabras. Jiménez de Parga, en plena tempestad, dijo respetar los sentimientos "incontrolados" de sus críticos.
"Una organización de nacionalidades y regiones en un territorio de como España, repleto de historia de norte a sur y de este a oeste, no puede verse reducido a ser segundones frente a tres comunidades que dicen que son distintas. En el año 1000 cuando los andaluces teníamos varias docenas de surtidores de agua de colores distintos, en algunas zonas de las llamadas comunidades históricas ni siquiera sabían asearse los fines de semana", aseguró Manuel Jiménez de Parga que participaba en el Forum Europa, organizado por Europa Press y Nueva Economía.
Para el presidente del Alto Tribunal, el término "nacionalidades históricas se comenzó a utilizar en los días fundacionales del régimen y esa denominación se ha mantenido hasta hoy como lo políticamente correcto. Eso es, dicho con todo respeto, un gran error", agregó. También le llegó el turno al federalismo, defendido desde posiciones socialistas. "Mientras esté vigente la Constitución de 1978, el federalismo no cabe en nuestro sistema de organización sectorial, porque el federalismo se basa en que los componentes tienen todos poder originario, mientras que, para nosotros, el único poder originario es el de la nación española", sentenció Jiménez de Parga, informa Europa Press.
El pacto, en crisis
Las reacciones desde esa periferia que se sintió aludida no se hicieron esperar. Las críticas más duras, con petición de dimisión incluida, procedían de todas las fuerzas políticas catalanas -excepto el PP-, quizás por la rapidez de reflejos a que obligan los años de elecciones autonómicas como este 2003. Prueba de ello es que el Gobierno de Convergència i Unió decidió ayer no sumarse a los actos conmemorativos del 25º aniversario de la Constitución. Un gesto de enojo que refuerza el perfil nacionalista del Ejecutivo de Jordi Pujol y que no hipoteca el pacto con el PP, pues el grueso de los actos para celebrar la Constitución tendrán lugar cuando las elecciones catalanas ya se hayan producido, es decir, después del próximo otoño. Los partidos vascos, en cambio, estuvieron más comedidos. Sólo Izquierda Unida-Ezker Batua y Eusko Alkartasuna pidieron la dimisión del presidente del alto tribunal, al igual que en Galicia lo hizo el Bloque Nacionalista Galego.
El presidente de la Generalitat de Cataluña, Jordi Pujol, afirmó desde Bruselas que De Parga tiene una visión "radicalmente reductora" del papel de las autonomías. "Realmente resulta un poco sorprendente y penoso. Es penoso porque todo esto y las declaraciones del presidente del Constitucional, que me parece que están en la misma línea que el Gobierno, representan una cierta amenaza, enfrentamiento, con lo que fue el gran pacto colectivo sobre un concepto de país, España, que inspiró la transición y la Constitución", dijo. Las palabras de Pujol estaban en consonancia por lo expresado por el resto de partidos catalanes, excepto el PP. Todos ellos pidieron la dimisión del presidente del alto tribunal.
El portavoz socialista Joaquim Nadal dijo que Jiménez de Parga desconoce "la historia de España y de los diversos pueblos que la componen, un desconocimiento muy similar al que tiene Aznar cuando habla de guetos". Los republicanos consideraron que las declaraciones retrotraen a épocas preconstitucionales. Incluso el PP catalán, a través de su presidente, el ministro Josep Pqué, calificó de "desafortunadas" las polémicas afirmaciones.
También llovieron críticas desde el País Vasco. Para el Ejecutivo de Vitoria, el presidente del Constitucional "desprestigia" a esta institución con sus declaraciones. Su portavoz, Josu Jon Imaz, acusó a De Parga de no "respetar" con sus palabras la Constitución y, en concreto, el título octavo de la misma, que establece la organización interna del Estado en municipios, provincias y comunidades autónomas. Por eso, animó al presidente del Tribunal Constitucional a respetar este apartado y "solicitar su modificación" si no le gusta.
El presidente de los socialistas vascos, Jesús Eguiguren, aseguró que las afirmaciones de Jiménez de Parga dan "argumentos" a los nacionalistas para seguir "con su objetivo de deslegitimar a una institución tan importante como el Constitucional". En la misma línea se expresaron los correligionmarios gallegos de Eguiguren. Desde el PSdG-PSOE, Ismael Rego afirmó que Jiménez de Parga va en dirección contraria a la Constitución. Más contundente, el BNG dijo que "debe dimitir; y con él, Aznar".
Las críticas no hicieron mella en Jiménez de Parga, quien tras la tempestad dijo que respeta y perdona los sentimientos "incontrolados de algunos que quieren que la historia se hubiese concentrado en esas tres zonas de España [Cataluña, País Vasco y Galicia], que fueron denominadas a efectos políticos inicialmente históricas".
En la misma conferencia, Jiménez de Parga, al ser preguntado por el proceso sobre la demanda de ilegalización de Batasuna, que se ve en el Tribunal Supremo, dijo que confía en que "lo hagamos lo mejor que sepamos y consigamos una sentencia favorable". Empezó por decir que no podía pronunciarse al respecto, pero que creía que podría producirse una "ilegaliza... una solución favorable".
El 'lehendakari' de Oklahoma
El presidente del Tribunal Constitucional, Manuel Jiménez de Parga, fue noticia desde el mismo día de su toma de posesión, el 15 de noviembre de 2001. Y lo fue por sus palabras, porque, por la premura, no había podido ejercer todavía su función de alto magistrado. En aquella ocasión abogó por la necesidad de vertebrar "un Estado con fuerza suficiente para derrotar al terrorismo". Y elogió el consenso alcanzado en los Estados Unidos de después de los ataques del 11 de septiembre, "sin que un lehendakari de Oklahoma o unos autonomistas de California se opongan a las medidas acordadas por Bush". "Nos respetarán si damos una imagen de Estado bien estructurado, mientras que si aparecemos con versiones distintas no nos harán caso", sentenció. Y lo cierto es que la polémica con los nacionalistas y federalistas ha sido una constante en la trayectoria como presidente del Constitucional de este granadino, defensor de sindicalistas y estudiantes durante la dictadura franquista, ex ministro de Trabajo con la UCD y magistrado del Tribunal Constitucional a propuesta socialista.Precisamente, en 1997 ya consideró inadecuado el uso de la expresión "comunidades históricas". Lo hizo en el Colegio de Abogados de Granada, donde afirmó: "Si algunos de los ultranacionalistas periféricos quieren marchar más hacia atrás en el tiempo se encontrarán con que ciertos pueblos españoles, como el andaluz, el castellano o el aragonés, poseen más historia propia que las denominadas comunidades históricas".Como presidente del Constitucional, el 7 de abril de 2002 justificó la ilegalización de Batasuna con la frase: "Una cosa es ser demócrata y otra ser tonto". Nueve días después sostuvo que una consulta sobre la autodeterminación "no cabe en la Constitución, los españoles ya nos autodeterminamos en 1978, esto no es una metrópoli y una colonia". En octubre del año pasado, en el Club Manuel Broseta de Valencia, Jiménez de Parga defendió el patriotismo constitucional "como factor eficaz para adquirir conciencia nacional".
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