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Las Fuerzas Armadas pierden 2.500 soldados profesionales en el primer año sin mili forzosa

El Ministerio de Defensa ultima un plan de choque para la captación de reclutas

Miguel González

Las Fuerzas Armadas han perdido 2.500 soldados profesionales en su primer año sin servicio militar obligatorio, según datos oficiales del Ministerio de Defensa correspondientes al pasado 8 de enero. Aunque las solicitudes para ingresar en el Ejército han superado las 35.000, el saldo neto (diferencia entre ingresos y bajas) ha sido negativo por segundo año consecutivo. Eso significa que la tropa profesional es inferior en más de 4.000 efectivos a la que había en diciembre de 2000. El Ministerio de Defensa se propone lanzar un plan de choque para la captación de reclutas.

La noticia de que las Fuerzas Armadas acabarían el año 2002 con sólo 850 soldados más que cuando empezó, difundida en otoño pasado y considerada entonces negativa, ha resultado ser demasiado optimista. En realidad, el año acabó con 3.365 soldados menos, que se han reducido a 2.508 con la suma de los aspirantes del 11º ciclo de selección, que se incorporaron a los centros de formación militar el día 8 de este mes.

El año 2001 fue el primero en que la tropa profesional, en vez de aumentar, disminuyó. Concretamente, en 1.613 efectivos. Pero la caída de 2002 ha sido, como mínimo, un 55% superior a la experimentada entonces.

El problema ya no está en la diferencia entre el número de soldados y marineros profesionales que tienen las Fuerzas Armadas (72.000) y la cifra marcada por la vigente Ley del Régimen del Personal de 1999 (entre 102.000 y 120.000). Ni siquiera importa que no se alcance el techo de 86.000 efectivos fijado en los presupuestos.

El ministro de Defensa, Federico Trillo-Figueroa, ya ha dicho que la cuantía reflejada en la ley era "excesiva" e "innecesaria" para las necesidades actuales de España. El problema es que, con dos años consecutivos perdiendo soldados, y de manera creciente, no se puede garantizar cuál será el suelo, el número mínimo de soldados con el que contarán los ejércitos en los próximos años.

Además, en la cifra oficial de 72.000 militares de tropa se incluyen casi 2.500 alumnos que todavía no han firmado su contrato con Defensa y que, por tanto, no deberían contabilizarse aún como soldados.

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En este panorama hay, sin embargo, un dato positivo. Más de 35.000 jóvenes han pedido su incorporación a las Fuerzas Armadas en 2002, lo que representa un incremento considerable respecto al año anterior, y 15.237 se han incorporado como alumnos, gracias al nuevo sistema de reclutamiento continuo que ha aumentado de cinco a 11 las convocatorias.

En todo caso, el crecimiento de las peticiones no ha podido compensar el abandono de quienes no han querido renovar su compromiso militar.

Los años 1998 a 2000 registraron un fortísimo incremento de soldados profesionales (entre 10.000 y 15.000 por año) y es precisamente ahora cuando se acaba su contrato y pueden marcharse del Ejército sin incurrir en un delito de deserción.

A pesar de ello, los responsables de Defensa sostienen que el principal problema no es la retención de los soldados que ya están en filas sino la captación de nuevos reclutas. Para incrementarla, está ultimando un plan de choque que incidirá especialmente en la oferta de formación y las retribuciones.

El sueldo de los soldados profesionales con menos de dos años de antigüedad (de unos 8.500 euros al año) fue el único que no se aumentó con el decreto aprobado en 2001.

Respecto a la formación, unos 11.500 soldados (el 16% del total) siguieron el año pasado cursos para obtener el título de FP 1, pero aún está lejos de ser realidad, en parte por los problemas con Educación para homologar al profesorado, la imagen difundada en las campañas de publicidad de que el ingreso en las Fuerzas Armadas constituye una oportunidad para aprender un oficio mientras se cobra un salario.

La estabilidad en el empleo es otro factor citado como determinante por los aspirantes a soldado profesional. La ley limita a un máximo de 12 años, o hasta cumplir los 35 de edad, el tiempo de permanencia en las Fuerzas Armadas, a menos que se acceda a la condición de permante. Más de 5.000 soldados lo han hecho ya (1.800 durante el año pasado), pero para opositar se exigen al menos ocho años de antigüedad en filas.

Extranjeros y mujeres

Ayer acabó el plazo para que los originarios de Hispanoamérica y Guinea Ecuatorial, con residencia legal en España, optaran a algunas de las 300 plazas ofrecidas a finales de diciembre por Defensa. A estas alturas, sin embargo, la mayoría de los países aún no han contestado si tienen algún impedimento legal para que sus ciudadanos se alisten en un Ejército extranjero. Es el caso de Cuba (cuya negativa da por descontada Defensa), Argentina o Uruguay. Bolivia, entre otros, exige autorizar individualmente a cada aspirantes. Por tanto, el proceso se pondrá en marcha sin que muchos interesados sepan si al final podrán vestir el uniforme del Ejército español.Si la presencia de extranjeros será simbólica, no ocurre lo mismo con la de mujeres. Mientras se reducía la cifra de varones, la de mujeres no ha parado de crecer en los últimos años y ya representan el 15,5% de los soldados. Eso sí, se concentran en los escalones más bajos y ninguna ocupa el empleo más alto de la tropa, el de cabo mayor.

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Sobre la firma

Miguel González
Responsable de la información sobre diplomacia y política de defensa, Casa del Rey y Vox en EL PAÍS. Licenciado en Periodismo por la Universidad Autónoma de Barcelona (UAB) en 1982. Trabajó también en El Noticiero Universal, La Vanguardia y El Periódico de Cataluña. Experto en aprender.

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