_
_
_
_
Reportaje:

El largo camino para acabar con el humo

El nuevo plan antitabaco tratará de reforzar prohibiciones que se llevan incumpliendo 15 años

Pablo Ximénez de Sandoval

Un acuerdo de la Mesa del Congreso de los Diputados prohibió fumar en el hemiciclo hace años. Sin embargo, no es raro ver fumar a diputados y periodistas en las salas de comisiones, en los pasillos y en las ruedas de prensa. Preguntados los servicios de comunicación del Congreso, dan por hecho que las restricciones sólo afectan al pleno. Gran error. "En las comisiones no se debe fumar. Está prohibido", sentencia el delegado del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas, Gonzalo Robles.

Desde hace 15 años, el Real Decreto 192/1988 establece la prioridad, bajo cualquier circunstancia, del derecho del no fumador frente al del fumador. Distintas normativas (Real Decreto 486/1997 y Real Decreto 1293/1999) han ido desarrollado esa idea hasta prohibir fumar en edificios públicos, centros sanitarios y transporte colectivo. Pero hoy día sigue siendo habitual ver fumar en el andén del metro, al conductor de un autobús, a los taxistas, en la sala de espera de un hospital, en la de un aeropuerto o en el supermercado. Ni los propios diputados dan ejemplo de cumplimiento de las normas contra el tabaco. "Debemos dar ejemplo", dice Robles.

"No estar contaminado es un derecho y hay que poder ejercerlo. Pero sin heroicidades"

Esta semana, el Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas han dado un nuevo paso para lograr que los "espacios sin humo" sean una realidad, además de disminuir el daño sanitario provocado por el tabaquismo. Los objetivos del Plan Nacional para la Prevención y Control del Tabaquismo son que, para 2003, el 95% de los centros sanitarios, docentes y de las administraciones públicas sean espacios sin humo, y para 2005, el 70% de las empresas. Para 2006 se espera que el porcentaje de fumadores (actualmente un 34%) haya bajado seis puntos y se sitúe por primera vez en España por debajo del 30% de la población.

Dados los precedentes, los objetivos del plan nacional no son modestos. José María Martín Moreno, director general de Salud Pública y padre de la criatura, cree que "hay un antes y después de este plan". "Creo que es algo histórico", afirma. Martín Moreno sabe que la realidad social, de la que el Congreso es un fiel reflejo a veces, es muy tozuda. Por eso los plazos son tan largos: "Existe aún una falta de concienciación social. El fumador sigue sin tener la sensación de estar molestando a los demás ni es consciente del daño que produce".

Desde las asociaciones médicas se saluda la iniciativa como "muy ambiciosa" y se destaca "el alto grado de consenso" con el que se ha aprobado. Víctor López, portavoz del Comité Nacional para le Prevención del Tabaquismo, destaca sin embargo que "el problema no se percibe en toda su magnitud"; entre otras cosas, por "la tolerancia social hacia un consumo culturalmente arraigado en España". A pesar de todo, "hace 12 años la mitad de los españoles fumaba y ahora es un tercio. Hay que seguir siendo optimistas".

Uno de los grandes avances para acabar con la "normalidad" del tabaco fue, en 1999, pasar a considerarlo oficialmente como una droga. Desde entonces sus efectos y su presencia en la sociedad son estudiados en la Delegación del Gobierno del Plan Nacional sobre Drogas al lado de la heroína o el éxtasis. Después del alcohol, el tabaco es la droga más consumida de España.

El delegado del Gobierno, Gonzalo Robles, coincide en que será difícil cambiar las costumbres, pero confía en el carácter gradual del nuevo plan: "Primero se quitará el humo en la Administración pública; después, en grandes empresas, y así. A medida que se vaya implementando se debe sentir una presión social. Éste es un proceso de deslegitimación de conductas".

El tabaco provocó el año pasado 4,9 millones de muertes en el mundo y 55.000 en España (150 muertes al día, seis cada hora). El coste sanitario de las patologías derivadas del tabaco se calcula entre 1.800 y 3.600 millones de euros al año. Uno de cada tres españoles es fumador habitual. Diferentes estudios indican que el 70% quiere dejar de fumar, y el 90% no desea por nada del mundo que sus hijos sean fumadores. Pero lo que no reflejan las cifras es si mientras tanto están dispuestos o no a cumplir las restricciones al humo. El tabaquismo pasivo está oficialmente considerado por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como causa de cáncer.

Pero ¿hasta dónde debe llegar la presión sobre los fumadores? "El no fumador debe tomar desde ya una conciencia más activa, pero sin llegar a ser represivo. No estar contaminado es un derecho, y hay que poder ejercerlo. Pero sin heroicidades, que nadie se pelee por este tema", opina Martín Moreno. "No debemos hacer una presión que haga a la gente incómoda, sino que la haga aprender", añade Robles.

Pero la adicción está reñida hasta con el conocimiento. El jueves pasado, Ana María Jiménez y Alicia Martín, de 20 años, fumaban en el hall de la Facultad de Medicina de la Universidad Complutense de Madrid. Empezaron a fumar entre los 14 y los 16 años. Ya sabían de sus efectos, "pero piensas: soy joven, ya lo dejaré". Ahora estudian Terapia Ocupacional en esta facultad y, entre los cadáveres que han podido estudiar, "se distingue perfectamente los que eran fumadores". "Tenían los pulmones negros, arrugados, con verdadero aspecto de podrido", detallan. Sin embargo, "no piensas en ti mismo ni cuando lo ves en directo". En España fuma el 39% del personal sanitario (médicos y enfermeras).

"La adicción física a la nicotina se puede superar, pero la adicción psicológica es mucho más difícil", explican. En el hall de la Facultad de Medicina tampoco se puede fumar. Pero algo está cambiando en las nuevas generaciones de fumadores: "El humo me molesta en el metro y en los hospitales. También dentro de mi casa. Con mis amigos, en la cafetería nos sentamos a un lado de la mesa los fumadores y al otro los que no", coinciden en afirmar.

El futuro de la lucha contra el tabaco tuvo un apunte durante el pasado Mundial de Fútbol de Corea y Japón. Desde el principio fue declarado "evento libre de humo". No se podía fumar en los estadios, ni siquiera en la grada, al aire libre. Los próximos Juegos Olímpicos de Atenas, en 2004, también se celebrarán sin tabaco. La medida sería impensable hoy por hoy en España.

"Es verdad que en el metro se sigue fumando, pero ya no es lo mismo que hace 10 años", opina Esteve Fernández, investigador del Instituto Catalán de Oncología. Fernández destaca el avance, y pone ejemplos que dejan incluso corto el plan español: "Hoy día, por ejemplo, sería imposible no dejar fumar en los bares. Pero en Canadá ya lo han hecho. Vamos con retraso. Los gobernantes tienen que tomar medidas impopulares. Ya no pueden poner las costumbres como excusa".

Una imagen habitual: un fumador enciende un cigarrillo en el andén del Metro de Madrid.
Una imagen habitual: un fumador enciende un cigarrillo en el andén del Metro de Madrid.SANTI BURGOS

Ni en las gasolineras

Hay pocos estudios sobre el grado de cumplimiento de las normas antitabaco en España. Pero los que hay son demoledores. En 1994, la doctora Consol Serra, de la unidad de epidemiología de Corporación Parc Taulí, en Sabadell, se propuso conocer cómo se cumplía en centros públicos de su ciudad. De 218 lugares, en el 61% se fumaba y el 74,8% no tenía ni carteles. Sólo un 4% respetaba todos los requisitos legales. En sucesivas revisiones, en 1997 y 2000, detectaron "una cierta mejoría", aclara Serra. La revista Consumer visitó 255 lugares supuestamente "libres de tabaco" en 1998, diez años después del Real Decreto 192/1988. Las conclusiones decían: "El incumplimiento es casi absoluto en estaciones de trenes, universidades públicas y en las sedes de la Diputación Provincial o Gobierno autónomo [de 12 comunidades visitadas]". Y continuaba: "En uno de cada tres espacios protegidos, los empleados fuman en las instalaciones. Además, en el 82% de los lugares donde se fumaba, los profesionales no sólo no recriminan su comportamiento a los infractores, sino que ni siquiera responden correctamente cuando se pregunta 'si se puede fumar' en ese lugar. (...) En uno de cada cuatro lugares donde deben exhibirse carteles de No fumar, no los hay". Como anécdota, el estudio destacaba que en todas las gasolineras de Castellón se fumaba, "con el peligro consiguiente". La doctora Serra pide paciencia: "La transmisión del conocimiento científico a la norma ha llevado tiempo. La transmisión de la norma a su cumplimiento llevará también el suyo".

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo

¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?

Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.

¿Por qué estás viendo esto?

Flecha

Tu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.

Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.

En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.

Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.

Sobre la firma

Pablo Ximénez de Sandoval
Es editorialista de la sección de Opinión. Trabaja en EL PAÍS desde el año 2000 y ha desarrollado su carrera en Nacional e Internacional. En 2014, inauguró la corresponsalía en Los Ángeles, California, que ocupó hasta diciembre de 2020. Es de Madrid y es licenciado en Ciencias Políticas por la Universidad Complutense.

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_