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Columna
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Líderes

El año 2002 llegó a su fin plagado de sinsabores que han alterado el funcionamiento de la economía y las empresas. Ha sido una anualidad capicúa en la que han cristalizado los nubarrones que amenazaban, recargados de tensión por los atentados del 11 de septiembre en Estados Unidos de América.

A la esta parte del Atlántico, los Estados Unidos de Europa han avanzado en su cohesión, con la implantación del euro como moneda generalizada, para la mayor parte de los países del viejo continente. Al mismo tiempo la expectativa de una Unión Europea de 25 estados miembros con una constitución conjunta, sitúa al escenario mundial con dos polos, donde se concentra el poder y la capacidad de influencia.

En España la Comunidad Valenciana tiene un papel que desempeñar y muy probablemente mucho más destacado de lo que algunos perciben. Pero la superación del reto pasa por establecer una estrategia y eliminar los obstáculos que puedan impedir la consecución de los objetivos a conseguir. La cohesión interna, a partir de una adecuada vertebración del espacio geopolítico autonómico es el primer paso que, hasta ahora, no se ha logrado.

Crear es la palabra clave para este nuevo período de los años dos mil y por consiguiente los creadores desempeñarán un papel esencial. Serán hombres de poder y de riqueza en la industria, el cine, la moda, la arquitectura, la música o la cocina. La creación se nos muestra como una actividad socialmente necesaria, un trabajo útil y ya no tan sólo un placer del ocio. Y en ese marco la integración del espacio europeo es, indudablemente, la condición necesaria para la estabilidad y la paz en Europa.

La Comunidad Valenciana tiene un desafío que superar y es su confirmación como proyecto económico con vocación de abrirse al exterior. Hoy el comercio exterior de los países comunitarios se extiende en sus operaciones hacia otros continentes. Pero la Comunidad Valenciana tiene en la Unión Europea sus más significados mercados. Para ello, ha de reforzar su posición entre las primeras zonas de poder económico de España. El eclipse reciente de Barcelona y Cataluña por el incremento relativo del poderío de Madrid es un hecho, en donde será difícil delimitar si la debilidad de unos es el factor que impulsa el crecimiento de los otros.

La Comunidad Valenciana va hacia un 2003 repleto de incógnitas y con un horizonte español y europeo en el que la supervivencia no va a ser fácil. Para diseñar una estrategia con posibilidades de éxito hay que reforzar el papel de Valencia como ciudad fuerte y núcleo de poder representativo de la realidad autonómica. No sólo el turismo y la construcción han de tirar de la economía valenciana si queremos que el impulso sea eficaz y duradero para que esta comunidad autónoma se sitúe a la cabeza de las zonas de España y de las regiones de Europa. Para lograrlo son necesarios los liderazgos y el reforzamiento de las instituciones tanto en sus puestos clave como en la propia naturaleza de las entidades. En los tiempos que corren, los equipos son fundamentales para desarrollar el trabajo que impulsan y dirigen sus líderes. La Comunidad Valenciana necesita con urgencia encontrar en quien creer para desarrollar su propio proyecto.

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