Año nuevo, BCE nuevo
El BCE inicia su quinto año como responsable de la política monetaria en la UEM con la perspectiva de un cambio de presidencia en verano y la posibilidad, cada vez más cercana, de la incorporación de un importante número de países. Estos cambios proporcionan al BCE la oportunidad de hacer un balance de su actuación y de revisar su estrategia de política monetaria, una evaluación que está previsto hacer en la primera mitad de 2003. Cabe esperar que se contrasten las ventajas de la actual estrategia mixta, que otorga una mayor flexibilidad, con las de una estrategia de objetivo directo de inflación, que facilita la comunicación y percepción de las políticas. Incluso podría plantearse, como demandan algunos foros, revisar al alza del techo de inflación para hacerlo más acorde con los de otros bancos centrales. Los argumentos técnicos y empíricos a favor del cambio no son contundentes ni nuevos, pero el incumplimiento sistemático del techo del 2% es un incentivo para el cambio.
El ejercicio que ahora comienza ofrece una oportunidad al BCE para revisar su política monetaria
Alguna mejora en uno de los aspectos más criticados del BCE ya se ha percibido: su política de comunicación. La clara señalización del recorte de tipos de diciembre, y los detalles sobre la deliberación del Consejo de Gobierno en las últimas reuniones de política monetaria, muestran una voluntad de mayor transparencia. Esta iniciativa puede contribuir a reducir las dificultades que tiene el mercado para anticipar cambios significativos de tipos de interés en la UEM. Asimismo, y en aras de la predictibilidad y comprensión de su política, se pueden adoptar medidas que no requieren la revisión formal de su estrategia, como clarificar el papel del agregado monetario, elaborar un boletín mensual con una orientación más a futuro, o publicar previsiones macroeconómicas más completas.
Respecto a las modificaciones necesarias para afrontar la ampliación de la UEM, el Consejo de Gobierno del BCE ya ha aprobado una propuesta de reforma de su composición, que se basa en la rotación de los derechos de voto de los gobernadores de los bancos centrales nacionales. El Consejo quedaría, así, formado por los seis miembros del Comité Ejecutivo, que mantendrán derecho de voto permanente, junto a un máximo de 15 miembros que rotarán con una frecuencia en función del tamaño relativo de su país. Con ello, se contempla un Consejo de Gobierno con un máximo de 21 miembros, número que parece muy elevado para la toma eficiente de decisiones.
Elena Nieto es economista del Servicio de Estudios de BBVA.
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