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Reportaje:

Un velatorio a tiros

Disparos y gases lacrimógenos interrumpen el duelo por los dos partidarios del presidente venezolano, Hugo Chávez, muertos en la batalla campal del viernes en Caracas

Juan Jesús Aznárez

Disparos y gases lacrimógenos interrumpen el duelo por los dos partidarios del presidente venezolano, Hugo Chávez, muertos en la batalla campal del viernes en Caracas

Jornada de duelo y furia gubernamental ayer en Venezuela, donde ni los difuntos descansan. El velorio de los dos oficialistas muertos durante la batalla campal del viernes junto a la Comandancia General del Ejército fue interrumpido a tiros y gases lacrimógenos la noche del sábado. Un vecino cayó fulminado por un infarto. Chocaban entonces la policía metropolitana y varios chavistas armados. El vicepresidente, José Vicente Rangel, atribuyó los muertos al opositor alcalde de Caracas, Alfredo Peña, y a la policía metropolitana a sus órdenes, que cuenta con 10.000 agentes.

"El sector fascista busca un baño de sangre", bramó ayer el hombre de confianza del presidente, Hugo Chávez. Rangel y varios ministros encabezaron un cortejo de ataúdes y banderas hacia el hotel donde de aloja el mediador César Gaviria, secretario general de la Organización de Estados Americanos (OEA). "¡Justicia popular! ¡Justicia popular!", clamaban los manifestantes.

La violencia y la exaltación desbordaron a la negociación política en este país insomne porque el extremismo cobró fuerza y exige el asalto del contrario. "¡Venganza! ¡Venganza!", exigían los miles de acompañantes de los dos baleados, de 23 y 33 años, en su recorrido por varias calles de Caracas hacia el destino final, el cementerio. "¡¿Hasta cuándo vamos a aguantar los discursos de guerra de los Carlos?!", gritaban los chavistas. Se referían a Carlos Ortega, presidente de la Confederación de Trabajadores de Venezuela (CTV), y a Carlos Fernández, presidente de la cúpula empresarial Fedecámaras, promotores de la huelga general contra el gobernante.

"El grado de impunidad es insostenible. Amigo Isaías Rodríguez [fiscal general], la fiscalía no puede ser un elefante blanco. Usted no puede ser fiscal solamente para aparentar que tenemos una fiscalía", instaba el activista bolivariano Freddy Bernal, alcalde del municipio Libertador, populoso distrito de la capital. "Los muertos son de Peña, esos muertos son de Henry Vivas [director de la policía metropolitana]", sentenció el vicepresidente venezolano, que acudió con varios ministros hasta el hotel del secretario general de la OEA, para que condenara los hechos del viernes.

Gaviria no se encontraba en Caracas y el documento de peticiones, junto con un vídeo sobre la manifestación de Fuerte Tiuna, fue entregado al embajador en Venezuela de la organización internacional. Venezuela centrifugaba ayer las consecuencias de "la gran batalla" librada el viernes, término empleado por la oposición para animar la masiva movilización hacia la Comandancia General del Ejército, en exigencia de la liberación de un general acusado de golpismo.

Les salieron al paso los chavistas proclamando que "¡la revolución no se negocia!" y que "¡ni un paso atrás!". Dos de ellos murieron durante un confuso intercambio de disparos con fuego real con sus rivales, cerca de la sede castrense. Los unos acusaron a los otros. "Señor fiscal, actúe", exigió también Ortega. "El pueblo está en la calle y seguirá en las calles hasta que se vaya Chávez". La noche del sábado, una parte del pueblo velaba a sus muertos en la Funeraria Vallés, o permanecía concentrada en sus puertas, cuando sobrevino un nuevo episodio violento, sobre cuyos orígenes existen varias versiones.

Murieron dos personas, una de ellas alcanzada por un balazo, según fuentes oficiales. Otras sufrieron asfixia. "Nos reunimos en la esquina [del tanatorio] y comenzamos a conversar. Inmediatamente hubo unas provocaciones desde el segundo piso de un edificio lateral", relató una joven. "Empezó a cacerolear y a gritar '¡los muertos que están ahí, bien muertos están' y otra serie de improperios".

La reacción de los oficialistas no se hizo esperar. Lanzaron piedras contra el edificio y cruzaron insultos hasta que irrumpió una dotación de ocho agentes de la policía. "Hubo una tiradera de objetos contundentes contra ellos y nos dieron plomo duro", relató otro testigo. "No respetaron a mayores, a menores, ni a nadie". El velorio debió interrumpirse porque los gases lacrimógenos llegaron hasta los mismos féretros. Varios chavistas desenfundaron sus pistolas y cruzaron disparos con los policías metropolitanos. Siempre opuestas las versiones, el comisario Lucas Rondón dijo que un grupo de oficialistas se encontraba "tomando [bebiendo alcohol]" junto a la funeraria y lanzó botellas y disparó contra los policías de una comisaría cercana. "Éstos los repelieron con gases lacrimógenos y balas de goma".

La huelga petrolera, mientras tanto, causa daños cuantiosos. El presidente de la estatal Petróleos de Venezuela (PDVSA), Alí Rodríguez, los calificó de "descomunales" en una entrevista publicada ayer por el diario El Universal. Los 3.000 millones de dólares en pérdidas al 31 de enero, calculados por la agencia estadounidense Stratford, no fueron negados ni afirmados, "pero no me extrañaría". La producción de crudo, según datos oficiales, alcanza los 600.000 barriles diarios, contra los tres millones durante la normalidad laboral.

Miles de personas asistieron ayer al entierro de los dos partidarios del presidente Chávez muertos el pasado viernes.
Miles de personas asistieron ayer al entierro de los dos partidarios del presidente Chávez muertos el pasado viernes.ASSOCIATED PRESS

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