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DE LA NOCHE A LA MAÑANA
Columna
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Ya ni los Reyes son los padres

Sucede que al venir mal dadas el gobernante nos cree tontos y finge renunciar a sus vacaciones de invierno para seguir trabajándose con su jeta ajena a toda misericordia la pequeña pantalla

Quedar bien

Lo malo de los regalos es que son otra versión del intercambio desigual, y su lado bueno es que hablan con mayor claridad respecto de quienes los hacen que de los que los reciben. Si se quiere quedar bien con un detalle, el riesgo es pasar por desconsiderado, mientras que un regalo de más enjundia inquieta porque no se sabe qué espera el dador a cambio de tanto dispendio. Tengo para mí que la industria del regalo, sobre todo en fechas tan señaladas, debería disponer de gabinetes psicotécnicos para ahorrar al cliente la afrenta de una desproporción que siempre será sospechosa de algo. Dado que nadie conoce a nadie, resulta aventurado atribuir gustos acaso ajenos o abrumar al otro con la querencia propia. ¿Lo mejor? Preguntar al interesado, como se hace con los críos, antes de endosar a nadie un artefacto temible o indeseado.

Nunca vienen solas

Vaya por dios. La facción aznarita de los poderes de este mundo ha decidido no hacer vacaciones a fin de velar por los desdichados españoles también en las fechas próximas al tránsito entre años. No cabe imaginar mayor desgracia. Habiendo sido incapaces de afrontar con solvencia casi dos meses de chapapote atlántico, se disponen a amargarnos también estas fechas entrañables con el fantasma de su constante presencia en las horas de los telediarios. Y hay que ver a Javier Arenas, campeón, relamiéndose el labio inferior y enarcando la ceja izquierda diciendo que el Gobierno no descansa, para temer cualquier otra desventura a causa de tanto desvelo. El misterio es que Eduardo Zaplana, cuyas excelentes relaciones con Julio Iglesias son de todos conocidas, no haya aprovechado la ocasión para hacerle entonar Un canto a Galicia en los rompientes de Finisterre.

Contra la depresión

La verdad es que como no se sabe con precisión qué cosa se celebra en los días de Navidad (yo mismo, cuando crío, no podía comprender que el Niño nacido en las postrimerías del año fuera crucificado en abril, ya que en tres meses de vida era imposible que hubiese cometido maldades merecedoras de castigo tan atroz), casi todo el mundo opta por la depresión pasajera como respuesta apresurada. Curioso que no se depriman en Fallas o en Semana Santa, en las interminables caravanas de agosto o en el puente de la Constitución. Si no es la aglomeración lo que deprime, porque basta con que enfade, habrá que suponer que ese bajón enmascara la resistencia a continuar cumpliendo años. Los niños no se deprimen así como así, a lo mejor porque tienen vacaciones y todo el mundo les regala, y los adolescentes se fastidian por las citas obligadas con padres, abuelos, tíos y demás difuntos. Si lo que deprime es el paso del tiempo, la clave estará en ese azar de calendario del tránsito entre años.

Quedar fatal

Una de las cuestiones más inquietantes de la crisis originada por la eyaculación precoz del Prestige (curioso nombre para un petrolero desahuciado) es la escasa sensibilidad europea de un Gobierno, el que nos machaca, tratando de alejar el veneno por cualquier medio sin saber dónde diablos irá a defecar. ¿Portugal, las Azores, la fachada atlántica de Francia, los blancos acantilados de Dover? Claro que también, dejado el asunto al capricho de los vientos, la meada negra podría haber alcanzado las costas de Nueva York por estas fechas, con lo que el chaval de los Bush habría aprovechado la base de Rota para bombardear a Fraga Iribarne. El capitán griego del barco, porque esto es de peli catastrófica, solicitó en vano que le dijeran a qué puerto debía dirigirse una vez perdido en alta mar. Se dice que Fede Trillo sugirió el islote Perejil como destino, un rumor sarraceno que tampoco, vaya, se ha confirmado.

Peor me lo pones

De acuerdo. La barbarie etarra y la de sus cómplices es intolerable, la situación en el Euskadi es de pánico, nadie debe permitir que los asesinos actúen a su antojo en no importa que rincón del territorio nacional. Por eso mismo la atroz persistencia del problema requiere la adopción de muchas medidas, excepto las de carácter meramente demagógico. No se ve cómo a criminales barnizados de motivación política va a afectarles la eventualidad de pasar 40 años entre rejas cuando los pillen, por lo mismo que el índice de criminalidad en los estados norteamericanos donde existe la pena de muerte no es atenuado por la perspectiva de ese castigo de bárbaros. No es aumentando las penas carcelarias, a los etarras o a otros delincuentes de mucha envergadura, como se resolverá la pesadilla del Norte o se olvidará la desidia del Gobierno ante el desastre del chapapote. Con la politiquería armada no se juega. ¿De acuerdo?

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