Elecciones sindicales en la enseñanza

En relación con el artículo de Joaquín Esgrig, titulado Reflexiones agnósticas sobre las elecciones sindicales en la enseñanza, publicado en su periódico el jueves día 2, sin entrar en las diversas y sugestivas referencias con las que se ilustra, cuyo desarrollo merecería, sin duda, algo más que el casi silogístico razonamiento al que dan lugar y que podrían ser interpretadas desde muy diversas perspectivas, algunas de ellas muy alejadas de la rigurosa admonición con la que la que lo concluye, y que, al parecer, dirige a unos supuestos burócratas sindicales, entre los que posiblemente me veré incluido, haciendo uso de la libertad de expresión de la que todos disfrutamos más allá de adjetivos epitetales o especificativos, me atrevo a sugerir que quizá fuese interesante o bien cambiar su rótulo y titularlo Reflexiones agnósticas sobre las próximas elecciones sindicales en la enseñanza, puesto que tanto el aviso final como la concluyente interrogación "¿Creen que será suficiente con la abstención?" parecen estar escritas desde la perspectiva de los próximos comicios, o bien, si tal como podría deducirse del título efectivamente utilizado y del momento de su publicación, pues, podría considerarse que es un tanto prematuro reflexionar sobre lo que ha de suceder dentro de cuatro años, el autor tenía intención, de referirse a las elecciones que tuvieron lugar el pasado día 4 de diciembre, sería inexcusable que cualquier especulación o aproximación a las referidas elecciones partiese de sus resultados, que, tanto a nivel estatal como autonómico, han dado lugar a una indiscutible mayoría de las organizaciones sindicales que han manifestado su inequívoca oposición a la ley Castillo, que son precisamente las que reciben las rigurosas advertencias del autor del artículo.

Agradeciendo la publicación de esta aclaración, desde estas líneas envío mis mejores deseos a los profesores y profesoras que sufrimos y soportamos los delirios y las alucinaciones de diversas administraciones, todas ellas tan absolutamente imbuidas de la absoluta razón que les asiste como la mismísima señora ministra de Educación.